Pequeño local situado en el barrio de Les Corts. Fuimos porque los dos japoneses que frecuentábamos, uno se ha ido fuera de Barcelona y el otro ha cambiado de ubicación y de concepto (sólo menú y mucho más caro).
Cuenta con una pequeña terraza. Servicio correcto. Menaje correcto. Tuvimos que pedir palillos. La carta mezcla platos japoneses con otros asiáticos, algunos peruanos y otros de diferentes procedencias. Carta de vinos escueta y nada interesante para mi gusto. No miré los precios. Tampoco cuentan con muchas cervezas.
Cena ligera para dos:
- Petit donburi (7 €) - Una suerte de katsudon de panceta de cerdo. No nos entusiasmó.
- Tempura de verduras (12 €) - Nos recordó más al kakiage. Bolas grandes difíciles de comer.
- Gyozas (7,50 €) - Sui generis. La presentación parece más de pasta italiana. El caldito del fondo juraría que era leche de tigre. El conjunto, raro, raro...
- Tartar de atún (19 €) - Del pan, me remito a la foto. El tartar, si cierro los ojos, no tengo ni idea de lo que estoy comiendo. Y esa manía de poner adornos no comestibles...
Para beber, un par de cervezas Cusqueña (3,50 €), una rubia y otra negra. Flojitas ambas.
Decepcionante, no es lo que esperábamos, además de parecernos bastante caro.
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