Un local tipo chiringuito de playa ubicado en la zona del puerto, casi al final (sur) de la muy bonita localidad de Portocolom. No hay playa pero sí unas excelentes vistas del puerto y sus entrantes de mar del que solo el paseo marítimo (uno de peatones y otro de coches) le separa.

Tiene un comedor interior bien vestido con mesas y sillas con amplitud y una terraza exterior sin manteles aunque en nuestro caso y como teníamos reserva previa en el interior, nos salimos fuera y nos vistieron la mesa como las de dentro. Vajilla, cristalería, cubiertos, platos --- pues como toca en estos lugares. El tipo de cocina es el que esperas: emplatados y preparaciones básicas, pero tienen buen producto base.

En la carta de comidas hay lo que la gente que lo visita demanda: una parte de pizzas, bastantes tapas y algunos platos locales y sobre todo los propios de un local en la costa. No pedimos carta de bebidas porque nos decantamos por tres vermuts (Martini blanco) y cervezas de presión, buenas, que al final fueron tres más, aparte de un par de aguas con y sin gas.

Los cuatro para comer elegimos compartir todo al centro:

. aceptamos la propuesta de aceitunas, pan y alioli, todo bastante poco especial pero que cumple acortar la espera del principal.

. calamares rebozados (a la andaluza como son llamados ahora): buen calamar troceado con rebozado algo más intenso de lo andaluz pero crujiente. Bien.

. sepia a su manera (no recuerdo el nombre que nos dijo): buena materia prima, a la plancha y con su tinta. Muy bien.

. caldereta de mero para cuatro: plato típico de la zona (de marisco/langosta es más propio de la zona norte), servido al centro en caldero de hierro, muy amplia ración, buen pescado, bien de patata, buena cocción, sabroso; se mantuvo caliente todo el tiempo. Acompaña una bandeja de pan que parece frito pero en realidad es pan escaldado con la verdura y luego secado al horno, ¿cantidad? como si no hubiera mañana, para mojar en el caldo. Se acabó todo aunque con 3 raciones hubiera bastado. Espectacular.

De postres: helado de mandarina, piña natural, coca (bizcocho) de almendra con helado de almendra blanca (cruda sin tostar). Rematamos con los clásicos cafés, correctos y a disfrutar de "il dolce far niente" cara al mar. La idea era un paseo andando por la orilla, pero tuvimos que hacerlo en coche.

Otro local diferente, otra comida diferente en este periplo mallorquín.