Restaurante / bar / cervecería de barrio en el pueblo de Paterna que ha tenido en el Covid su oportunidad en base a que la pareja Toni y Sandra le meten horas y ganas al negocio familiar poniendo el foco en un esmorzar (almuerzo) popular con la especialidad de carne de caballo pero sin renunciar a cambiarla por otras carnes, incluso otras opciones (calamares, bacon...) consiguiendo rizar el rizo en los acompañantes (sobrasada, queso, alioli, patatas, huevo..) hasta casi 30 variables diferentes, amen de la opción al plato, o la alternativa de un pincho de 1 metro de largo para compartir cargado de material como si no hubiera mañana.
El local tiene una terraza cubierta exterior sobre la acera y un interior rectangular frente a la barra con buena separación de pequeñas mesas típicas de estos locales, con mantel de papel, copas básicas... pues lo importante es lo que sale de cocina: unos bocadillos, llamados "medio almuerzo", que alcanzan los 4/5 de una barra entera de pan cargados en su interior de todo aquello que se te ocurra porque trabajan sin una carta encorsetada y te abren la posibilidad de cambiar, añadir y adaptarse a tus preferencias. No nos atrevimos a preguntar como era el almuerzo "entero".
Destaca el pan de la dispensadora cercana que, según creo, traen de un muy conocido horno de La Eliana: crujiente, con la miga justa para empapar el material de relleno, buen nivel de cocción y buen tamaño (casi XXL). El llamado "gasto" (cacahuetes al menos con corteza y aceitunas correctas) así como el vino y gaseosa son lo básico habitual. No hay barra de bandejas a la vista sino que todo funciona por encargo.
Lo que tomamos con una materia prima de buena calidad, buen punto de fuego y con alguna composición atrevida más la compañía de un cuchillo que te permite partirlo en dos mitades para mejorar su manejo (lo de abrir bien la boca para morder, ya es cosa tuya):
. super runner: carne de caballo, sobrasada, queso, bacon, cebolla caramelizada y un par de huevos fritos: daba miedo pensar que todo eso se ponga entre pan, pero, sí cabía y además una mezcla de sabores y texturas en las que estaban todos porque las cantidades de unos y otros eran variables y nadie se imponía a nadie. Muy recomendable.
. sandrita: patatas a lo pobre, ajos tiernos, alioli y bacon (en lugar de la carne de caballo -cosas del sentimiento, que no es lo mismo cerdo que caballo-): si la jefa le da su nombre, malo no va a estar y así fue.
. al plato: 3 chorizos abiertos y a la brasa con patatas fritas y huevo frito: es lo que tiene pensar que el pan es lo que te engorda, pero materia había para olvidarse de comer al medio día.
. por supuesto, unos cremaets, bien preparados y calientes, incluso con su canela (eso sí, espolvoreada), que alargaron la sobremesa por lo tardío de la hora y la disminución del aforo, permitiéndosenos repetir cremaets o/y una copa de cognac.
La amabilidad del servicio de mesa y la rapidez de cocina son puntos destacados. Así que si eres caprichoso para elegir qué poner en el bocadillo y para tí, el tamaño importa, no debes perderte este almuerzo. Y sino es así, también.