Bonita casa rural con muchas actividades para hacer: senderismo por vía verde de Ojos Negros, ski en Javalambre, conocer las estrellas pero sobre todo ver los perros truferos trabajando; solo el paisaje merece la pena.

El comedor es amplio incluso permite mesas redondas de 8 que nos viene bien para los muchos (25) que somos a comer. Son mesas amplias, bien vestidas, buenas sillas, copas, cubiertos y vajillas buenas. El servicio de sala cumple bien, buen trato y amabilidad. El ritmo de salida de platos de cocina fue correcto. 

Directos al menú de trufa (36€) del local (salvo una excepción) que incluye pan (bueno) y café pero no bebidas. Tomamos:

. infusión de aceite y trufa: un aceite que no llegué a ver pero que acompañó bien con bastante trufa laminada. Buen pan.

. La trufa y sus texturas: carpaccio de trufa ecológica de nuestra finca y mousse de trufa 

. Foie de Santa Eulalia, tuber Melanosporum y Reineta: lingote de foie, manzana y pera al Oporto y trufa fresca

. Mar, montaña y trufa: canelón de veloutte trufado de merluza de pincho y gambas sobre cremoso de setas y trufa ecológica

. Terrina de Aragón: lingote de ternasco de Aragón D.O. glaseado sobre su propio jugo sobre lágrimas de patata y lluvia de trufa

. Nuestra torrija: torrija de pan brioche topping de chocolate blanco y trufa guarnecido con helado trufado de higos secos, un postre ganador de 3º premio de Fiftruf 2013

Todos los platos fueron de muy buen nivel y algunos gustaron más a unos y a otros; la cantidad de trufa aportada a cada plato me pareció algo escasa porque su sabor desaparecía demasiado en cada plato perdiéndose al protagonista principal.

En el tema de vinos nos ofrecen un blanco Oinoz 2020 de Matarromera que estaba interesante y en el tema de tintos viene el problema porque no nos ofrecen carta de vinos sino un tinto que no recuerdo pero del tipo y precio del blanco y como alternativa una garnacha del bajo Aragón desconocida, de marca Lagar d´Amprius Garnacha 2017 edición limitada, y que nos lo recomiendan efusivamente por ser un vino de la zona, por lo que en nuestra mesa nos parece bien y eso influye en que se convierta en el vino de todas las mesas (hasta 9 botellas). La sorpresa viene cuando cada botella sale a 55€ sin avisar lo que hace que a muchos (o todos) nos parezca que nos han atracado. El servicio limitado a descorche, cata y primer servicio.

Unos cafés finales y la compra, por algunos, de trufa fresca a peso como souvenir con una sobremesa y promesa de repetir escapada, terminados un buen fin de semana con nuevos amigos. Una pena que saliéramos de regreso con una desagradable sorpresa final.