Ni en Barcelona...

Situado enfrente de la estación de RENFE. No lo llamaría restaurante, más bien casa de comidas. Ambiente ruidoso. Mesas demasiado juntas, incluso sin pandemia, y de tamaño justo. Servicio de trato (excesivamente) familiar. Mantelería de tela. Vajilla correcta. Copas de vino francamente mejorables. Comida "casera" a base de recetas sencillas, de toda la vida. Nos ofrecieron dos menús, unos de 15 € y otro de 30 €. Nos decantamos por el segundo, que incluía una botella de vino (de menos de 5 €) para cada dos comensales, compuesto por tres primeros a compartir y un segundo a elegir de entre... ¿Qué más da? Pedí la carta de vinos para cambiar el del menú (Pirineos 3404 tinto) por otro, pero la carta no daba para mucho y elegí un Señorío de Lazán, de la misma bodega y algo más caro. No nos pusieron problema por cambiar dos botellas de vino de menos de 5 € por una de menos de 7 €, y de la que sólo probamos un sorbo cada uno, quedando más de media botella sin tocar. Precios x2 y más. El servicio se limita a abrirte la botella.

Almuerzo para cuatro. Empezamos:

- Ensalada con queso de cabra - No la probé, y parece que fue el único plato que se salvaba (sigh!).

- Calamares a la romana - Caseros y chiclosos.

- Caracoles "a la llauna" - Caracoles cocidos con lactonesa con ajo (ese recipiente con algo blanquecino dentro). Imperdonables. Para olvidar.

De segundo pedí solomillo de vaca y me pusieron esto:

Así, de entrada, no tenía la forma que esperaba. De la guarnición, mejor no hablamos. La sorpresa fue al cortar el "solomillo":

Apenas pude comerme la mitad de la carne de la cantidad de nervios que tenía :-(

Y llegamos a los postres. Mi esposa se pidió piña natural y le trajeron esto:

Digo yo que por 30 € se lo podrían haber currado un poco más... (otro sigh!)

El resto de postres fueron un flan mediocre y no recuerdo qué más. Realmente, para olvidar.

Nos pareció una tomadura de pelo en toda regla. El precio que pagamos no se correspondía con lo que comimos, con el servicio ni con el local.

Agradecí haberme dado baja de TripAdvisor cuando el que parecía el jefe nos insinuó que colgásemos un buen comentario... Que nos esperen sentados... He comido mejor en el Maremagnum y más barato (y otro sigh!).