Una vez pasado el sarampión que suele llevar la concesión del premio Cacau d´Or se corre el peligro de decaer en el servicio o calidad. Lo difícil es mantenerse.

Local sin cambios, mesa reservada, local que se fue llenando poco a poco, servicio que se mantiene con la cercanía y buen savoir faire. El gasto no ha cambiado y pedimos repetir de los cacahuetes y aceitunas de mucho mejor nivel de lo habitual y que pudimos ver las plantas de los cacahuetes del collaret con el tubérculo colgando de las raíces.

Para beber hubo vino con gaseosa, cerveza y hasta agua. El pan que tomamos es el habitual de pataqueta (de forma como croissant) de tamaño correcto y de buena calidad aunque a veces se abre en demasía y tienes que pelear con las manchas en la ropa.

Pedimos tras consultar la web con las posibilidades del día:

. bocadillo Paquito: un clásico del "esmorzar popular" en cada local con cordero troceado y con encurtidos que aportan otra textura y sabor. Muy bien.

. bocadillo fallero: con 3 piezas de embutido con habas con buena calidad (origen Requena). Recomendable.

. bocadillo de tortilla de patatas con longanizas: buena materia prima y bien elaborada, sin cebolla.

. plato de figatells, huevos fritos con patatas y pimientos: destacada la verdura según se refirió pero los figatells no gustaron.

Unos  buenos cremaets finales que tuvimos tiempo de repetir mientras recordábamos anécdotas del colegio. No hay que llevarse las cucharas artesanales que ellos mismos hacen en Manises.

¡Qué bueno estar en buena compañía! y contar antiguas batallitas del colegio.

Cacau d´Or es el equivalente a los óscares cinematográficos y también se entregan una vez al año y aquí ha recaido uno de los de este año, así que se hacía obligatorio conocerlo aunque lo cierto es que la reserva ya era previa al momento del premio lo que confirmaba que estábamos en el buen camino.

El local tiene una estrecha entrada tipo tubo con decoración muy casera y valenciana con prqueñas mesas pegadas a la pared, hasta llegar a una sala amplia rectangular que cruza en T al pasillo de entrada. En ella está además la cocina y la barra rodeadas de una decoración con productos alimenticios del campo y algún mueble propio del mismo origen; muy bonito y consigue un ambiente muy familiar. 

Mantel de papel de cuadros, servilletas de papel, platos, copas y cubiertos en nivel esperado de bar de barrio. No miramos opción de vinos porque aquí se trata del clásico almuerzo. Por supuesto viene los cacahuetas, los altramuces, las aceitunas y alguna guindilla. Un par de cervezas (leugo repetimos otra), una grande agua y el tinto de verano preparado fue la fiesta líquida.

El servicio sencillo, eficiente, como en casa. La carta de almuerzos (esmorzaret valenciano) está poco clara pues en la web hay unas cosas, en mesa otras, alguna novedad contada a pie de obra.. Hay también opción de cazuelas y hay una de manitas con alioli para hornear que parece llamarme, pero nos limitamos a los bocadillos clásicos. El pan habitual, pataqueta, se ha acabado (luego dicen que los premios no sirven oara nada) lo que no me extraña porque está todo lleno, repiten mesas y eso que son casi las 12 horas. El pan del bocadillo fue la clásica barra de pan, nada destacable aunque correcta, ración de algo más de media barra y con un buen relleno en todos ellos.

Cuesta decidirnos por lo apetecible de las opciones, al final optamos por:

. ración de tortilla de patatas al plato: hecha en el momento, jugosa sin caldosa, buena ración.

. estofado de toro con dos huevos fritos (no hay jabalí que indicaba la carta): espectacular de sabor y textura. Imprescindible.

. "Quart de Poblet": aquí su versión incluye: lomo adobado, huevo revuelto, patatas fritas, cebolla frita: de las mejores versiones probadas aunque el óscar de este año no es éste. Muy bueno.

. figatell de calamar con verduras y patatas (aunque en carta estaba de maro y en palabra de sepia): perfecta elaboración, suficiente salsa. Muy recomendable.

Por supuesto con este decorado no puede faltar rematar con unos creamets que estuvieron en buen nivel aunque sin quedar para el recuerdo.

Un sitio que merece el premio y que habrá que repetir. Esa cazuela me sigue llamando.