En la plaza del mercado donde se concentran muchas opciones para comer en un buen entorno, está el canal más pequeño, pero más interesante, para disfrutar de un buen paseo en barco moliceiro bien antes o como hicimos nosotros, después de la comida y aprovechando un pequeño resquicio en la lluvia del día.

Tienes unas mesas con buenas vistas (si el tráfico de turistas te permite ver el paisaje) y esa era nuestra intención pero las inclemencias climáticas nos llevaron a subir al piso superior donde está la sala interior, elegante, con excelente bodega a la vista que ocupa todo un largo del comedor, se nota que el vino aquí se cuida. Mesas de madera sin manteles, vajilla sencilla, copas buenas.

La carta de vinos es amplia, variada. Al final tomamos un Luis Pato viñas viejas 2020 (18.50€) que es de lo poco que conocía y que me recordaba a Alfonso de Malkebien. Cumplió bien. También una de agua grande. El servicio habitual de descorche y primer llenado de copas y en cubitera bien enfriado. Todo lleno y si reservas intenta que la mesa de al ventanal del fondo y ver el canal y la plza.

La carta de comidas es un folio plastificado que incluye un par de sopas, 9 entradas, con su fuerte de mariscos y arroces, varias opciones de pescado y carnes (y una caldeirada de tofu para vegetarianos), aparte de los postres, aquí llamados, con buen criterio, sobremesas para que te permitan hacer sobremesa con el café, siempre bueno por estos lares. Todos recomiendan el arroz caldoso, y con esa idea veníamos, y escuchamos las recomendaciones del jefe de sala, muy ecuánimes, rebajándonos las raciones de arroz (pedíamos para 3), pero es que además sobró para comer todos otra vez. Lo que tomamos:

. cesto de pan tostado: servicio de pan no incluido pero merece la pena para el aperitivo.

. cubierto (10€): el típico aperitivo de los restaurantes portugueses sobre la mesa que no has pedido y que lo coges o no. La verdad es que por 2.50€ cada uno (aquí te cobran eso por cubierto/servicio sin nada a cambio) merece la pena el queijo amanteigado, manteiga de ervas y presunto Pata Negra, todos correctos y que, con el pan, son ya, más que aperitivo, una buena entrada.

. enguia (anguila) frita: otra recomendación del lugar y que sorprende porque son pequeñas anguilas (menos de un palmo) enteras, delgadas, fritas como si pueda pescaditos de Andalucía, con cabeza y todo. Hay que conocerlo. Bien.

. lingueira o berbigäo a bolhao pato (berberechos): buen tamaño, sin arena, muy jugosos y bien aliñados con aceite perejil y limón; servido en paella de metal. Recomendable.

. arroz de linguas de bacalhau con gambas (2 pax): servido en cazuela de cobre y en ración bárbara; como siempre en los caldosos lo mejor está en el segundo servicio cuando el arroz está más en su punto de cocción y algo reposado. muchos tropezones de pescado y gambones. Muy recomendable.

. bacalhau a Cais: otro clásico del local (y del pais) con buena materia prima pero un exceso de aceite de fondo que nole beneficia. Bien de sabor el pescado.

. bolo de bolacha con ovos moles (pastel de oblea con huevos blandos): una tarta casera sabrosa bien presentada de un clásico de la pastelería de la ciudad.

No nos atrevimos a más postres porque acabamos de llegar desde Salamanca y tenemos por delante unos días bastante completos en su gastronomía; también porque ya teníamos en mente, después del viaje en moliceiro para reposar la comida, de una meriendita en pastelaria Rossio (recomendable) y degustar los famosos ovos moles; así lo hicimos, probando seis ovos de dos clases con otros cafés (5.50€).

Local con especial dedicación a los arroces y productos del mar con una base de buen producto y una elaboración clásica y algunos emplatados interesantes. Punto elegante y buen servicio. Es una buena opción y en un buen lugar.