Me habían hablado muy bien del sitio y esperé pacientemente a que pasasen los agobiantes días de verano para probar el sitio en las mejores condiciones: sin los rigores de temperatura estival y sin el aluvión de comensales que se presupone que habrán asistido. Se presentó la ocasión este pasado fin de semana con un tiempo realmente desapacible (estuvimos en alerta naranja), pero que olvidamos por completo al cruzar la puerta del restaurante. Lamentablemente volvimos a acordarnos de la inclemente meteorología ya en la sobremesa cuando una fortísima racha de viento echó abajo la pérgola y los toldos de la terraza del local sin tener que lamentar afortunadamente ningún daño personal.

El salón es sencillo, pero acogedor. Sillas rústicas al estilo tasca marinera, mesas con mantelete individual y paredes con enlucido rústico se combinan con una estructura de madera a modo de artesonado que dota de cierta elegancia y clase al local. Vajilla, cristalería y cubertería sin demasiadas pretensiones, pero que cumplen sobradamente su función.

Cocina tradicional marinera sin la más mínima concesión a la modernidad. Producto fresco poniendo especial énfasis en el pescado y el marisco, con el trato justo y sin demasiadas florituras. Carta con un número suficiente de propuestas (tapas, ensaladas, arroces, pescados y unas pocas carnes) a las que cabe añadir un nutrido número de sugerencias del día fuera de ésta. Tomamos:

• Musola fregida (cazón frito): de una finura excepcional que nos da una buena idea de la frescura del producto que aquí manejan y con un rebozado que cubre completamente los tacos del pescado pero que no resulta ni aceitoso ni empalagoso. 
• Gamba roja hervida (16 €/8 unidades): Detallo el precio por qué nos extrañó de salida. Preguntamos y nos dicen que son de 4ª, cosa lógica. Aún así se trata de un precio bastante ajustado y más aún cuando llegan a la mesa y comprobamos que son de mayor calibre que nos esperábamos. Imperdonable no pedirlas a este precio.
• Arroz de langosta (caldoso): Un acierto en un día de lluvia y fresco como el que padecimos. Excelente, con una carga sápida considerable y un punto certero del grano. Ración generosa que nos permite repetir en más de una ocasión.
• Tarta de zanahoria: a modo de bizcocho. Casera y muy rica, aunque no le vendría mal acompañarla con una quenelle de algún helado cuyo sabor no resultase demasiado intrusivo.

La carta de vinos no es muy extensa, pero se nota que está hecha con gusto y ciertos conocimientos. No vimos espumosos en ella, pero, como teníamos ganas de celebrar el Champagne Day que se se conmemoraba ese día y, además, el espumoso le iba a la perfección a la comanda realizada, preguntamos si tenían alguna botella fuera de carta. Efectivamente nos ofrecieron un RH Coutier Blanc de blancs a muy buen precio, propuesta que no pudimos rechazar. Hubo también cervezas previas y cafés que deben tenerse en cuenta en el precio final.

Reseñar para acabar que el servicio estuvo extraordinariamente amable con nosotros, mostrando siempre experiencia y buen hacer, cosa que, por esta zona, se agradece mucho.