Fue una visita no programada, el día de Santiago, domingo, y todo petado. Pero cuando hay buena voluntad por el dueño o quien lo parecía (sin asegurarte la hora) y profesionalidad en el servicio (y amabilidad a raudales, y Jenny es un gran ejemplo) no te quedas sin comer. Nos decantamos por cuatro ostras de la propia ría del Eo, donde las cultivan con mimo (2 € cada una); unas muy correctas almejas a la marinera para hacer "submarinos" en la salsa (18 €); unos muy buenos fritos de rape (14 €) y un muy original y sabroso pulpo a la plancha. Esto lo regamos con un martini rojo (2,50 €) y dos copas del godello de la casa (muy correcto y bien de temperatura, en buenas copas, 5 €. Y con el detallazao de dejarte la botella en la mesa, con su enfriador, para luego comprobar lo que consumes). El capítulo postres no fue lo mejor ya que esperábamos más de la tarta de manzana en Asturias (no tanto por la manzana es la crítica sino por una galleta de abajo un tanto gruesa y mejorable) servida con helado (5 €). La casa invitó a los cafés, muy bien hechos, y al chupito de licor café. En las guías al uso recomiendan La Santina pero no creo en absoluto que lo mejore ni en comida ni por supuesto en instalaciones que sí vimos y tienen más pinta de bar, a diferencia de éste, con la ría a cinco metros, y con dos tipos de mesas en exterior que ahora es lo que se agradece, por temperatura y por salud: unas mesas bajo un tejadillo que sobre vuela la fachada, bien de separación, y otras, más adelantadas, con mejores vistas por tanto, altas, casi para tapear, con silletas que no son incómodas ya que tienen respaldo y en las que se come divinamente. ¡Ah!, si quieres un arroz con bogavante o langosta, debes encargarlo y lo que vimos tenía muy buena pinta.