Local de toda la vida para tapear. Sin lujos. Clientela del barrio. Servicio algo lento. Comida aceptable, principalmente fritos. Raciones bastante generosas. Dispone de una terraza con algo más de media docena de mesas. Suele estar lleno a mediodía. Más vacío por la noche.

Fuimos con unos amigos a cenar. Las tapas estuvieron bien. Los caracolillos, algo insípidos, aunque el caldito estaba potente y picante. Muy buenos los torreznos. Las patatas El Coto, bastante bien. Buenos los calamares.

Buen sitio para una cena tranquila y barata. Complicadísimo aparcar y no es fácil llegar en transporte público.