Local en las cercanías del campo de Mestalla en el que los domingos sin partido (o como ahora futbol sin aficionados) también se llena. La parte interior del local está decorada creando un ambiente como de estar en casa, muy cálida; tiene una terraza en la acera muy interesante con una mínima decoración que separa unas mesas clásicas de terraza. Manteles individuales y copas correctas. Servicio muy voluntarioso y que cumplió expectativas.

Carta de vinos muy corta pero con vinos interesantes y diferenciados por menos habituales; son 12 blancos, 3 cavas, 1 rosado y 9 blancos, todos ellos con indicación de sus uvas y DOs y con un precio entre 13 y 23€, notando a faltar alguno de mayor nivel aunque la juventud de los asistentes hace pensar que no sea muy necesario. Empezamos con 2 vermuts traídos ya servidos de forma anónima y con 2 cervezas de la casa Amstel. Se pidió que se sirvieran los dos vinos a la vez ya que hay quien es solo de blanco y quien es solo de tinto y es una pena que no se cambiaran las copas para los que tomamos de los dos y que fueron: Cucú 2019 (16€), un verdejo de la gama de los buenos y Sincronía 2019 (16€), un mallorquín muy fresco y frutal, gustando ambos y que casi llegó a faltar. ¿El servicio? pues aparte de lo comentado en las copas, descorche, dado a catar, sin primer servicio. Necesaria cubitera para el blanco que empezó con temperatura demasiado alta.

Para comer ya estaba encargado (así conviene hacerlo) el arroz motivo de siempre de nuestro encuentro del grupo y que en este caso primaba sobre todo comerlo en terraza. Previamente nos informan de los platos fuera de carta que no eran pocos y del que elegimos la coca. En carta, corta carta, hay unas pocas opciones de entrantes en frio y en caliente y en principales son escasos los básicos (3 carnes y 1 pescado) siendo lo fuerte las 9 opciones de arroces: rematan 3 postres. Lo que pedimos fueron unos entrantes compartidos, previos al arroz en paella propia (no raciones) mostrada y emplatada de forma individual. Lo tomado:

. 2 x coca de rebollones y trufa: la base de la coca nada destacable y la trufa se apodera totalmente de las setas e incluso de la salsa (ajoblanco) acompañante. No es malo que sepa bien a trufa pero el sabor hacía que diera igual que hubiera setas que pescado.

. ensaladilla rusa con huevo poché y ventresca de atún: bien presentada, todo muy triturado y envuelto en la mahonesa, siendo el huevo otro buen elemento de amalgama. Una pena el punto de sal bajo no, lo siguiente.

. 4 x croquetas: no recuerdo que se nos informara de su composición que cambia cada día, y tampoco las probé.

. 2 x sardina ahumada: sobre una cama de tomate rallado y algunos trocitos de aguacate cortado de forma muy irregular. Los que no tomamos croqueta fuimos a por la sardina. ¿El sabor? Pues falto de nuevo de punto de sal, con buena textura y tamaño de lo que era, no una sardina, sino un lomo de sardina.

. arroz del senyoret: muy buen punto de cocción, buenas gambas (2 por persona), buen sabor de fondo y escasa la ración personal.

. postres caseros: más o menos compartidos: torrija de horchata con helado de leche merengada, buen tamaño, sabrosa y helado algo falto de sabor; brownie con helado y tarta de zanahoria con helado ambos sin interés. Una castaña helada de elaboración no propia, pero sí casera en un horno que las preparan, cumplidora sin más.

Para finalizar unos cafés, entre ellos 4 cremaets regulares. Por cortesía de la casa un chupito de ron, otro de licor de hierbas y una repetición de cremaet, esta vez bueno y bien presentado. 

Ha servido para recuperar el grupo del "arrocito" suspendido meses ha. Veremos lo que tarda la siguiente, por culpa del maldito bicho.