Restaurante dirigido por Juan Ramón y Mari Tere, ocupa la casona de una finca de naranjos de montaña emplazada en un entorno privilegiado, con vistas a un valle precioso (de lo mejorcito de la comarca), a escasos 10/15 minutos en coche de la playa de Oliva.
La carta es razonablemente amplia, formada por platos típicos de la cocina tradicional mediterránea con toques creativos. Los entrantes son sencillos, a base de ensaladas y algo más, pero lo que realmente destaca son sus arroces (preferiblemente por encargo), platos a base de pato y bacalao. Tiene un menú degustación.
Cuenta con una selecta carta de vinos con numerosas referencias.
La materia prima es de excelente calidad, comprada en los mercados de la zona.
El servicio es muy bueno, siendo su personal profesional, educado y amable. Desde hace varios años el personal es el mismo, lo que, sin duda, se nota en la calidad del mismo.
Resulta ideal para ir en días claros y soleados (creo recordar que en julio y agosto abre solo de noche). Es muy buena elección para ir con niños, pues los demás comensales no sufren molestias.

Lo conozco desde hace muchos años y siempre me ha parecido un lugar interesante; excelentes arroces preparados por Juan Ramón- el dueño- y una ciudada selección de la carta.

Restaurante de gran capacidad (hasta 350 comensales) ubicado en una casa de campo típica valenciana a las afueras de Oliva y rodeada de naranjos en un ambiente muy agradable.
La cocina sencilla sin demasiados atrevimientos. La especialidad son los arroces (a mediodía y por encargo). Muy buena la fideua y la paella de verduras. Las entradas muy flojas (no se puede poner una ensalada de arenque con verduras de bolsa) y los postres buenos.
El servicio a pesar de ser un domingo a mediodía (completamente lleno) fue rápido y muy amable.
Local ideal para comidas familiares ya que además de ser amplio, posee una gran terraza donde pueden jugar los niños sin molestar demasiado.
Precio medio unos 30€