Situado a pocos metros del Parador. Dispone de una terraza con, en estas fechas, tres mesas. También cuenta con un salón interior no muy grande.
Regentado por una pareja joven. Servicio atento y afable. Sin manteles. Buena vajilla. Cristalería francamente mejorable. Carta a base de platillos más o menos originales. Recomiendan dos por persona más el postre. No dispone de carta de vinos. Las referencias van cambiando. Aproximadamente, una docena.
Almuerzo en pareja:
- Patata brava - Patata asada con fuerte sabor ahumado. Deliciosa.
- Canelón XXL - Me encantó.
- Gambas de Palamós - De tamaño mediano. Excelentes.
- Cochinillo - Buen sabor. Me hubiese gustado la piel crujiente.
De postre:
- Mousse caliente de chocolate - Llevaba helado, pero era de super y preferí obviarlo.
- Sandía - Fresquita.
Bebimos un par de refrescos, una cerveza y un cortado.
Aunque estén pensados para compartir, los platillos me parecieron lo suficientemente generosos para poder tomar un primero y un segundo sin necesidad de compartirlos.
Volvimos esa misma noche y esperamos repetir en septiembre, cuando volvamos por la zona.
Aunque la cuenta corresponde al almuerzo, los platos son de la cena.
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