Una perla escondida en un remanso de paz en Formentera

Nos alojamos en un hotel cercano a este restaurante, en el Paraíso de los Pinos. Habíamos reparado en el colorido cartel del hotel que lo alberga, del mismo nombre: Casbah (ciudadela o fortaleza), que puede verse en la carretera. Salvo el cartel, ninguna referencia previa a este restaurante en todas las que habíamos recopilado a través de nuestros amigos. El hallazgo fue una anécdota. Último día en Formentera, aprovechando al máximo el mar desde primera hora. Buscábamos algo cercano a nuestro hotel para comer. Carta variada y atractiva. Cumple con creces lo que ofrece.

Cercano a la Platja de Migjorn, de fácil acceso y aparcamiento en la puerta del restaurante. Se ubica en el hotel. Desde la llegada, todo el personal cumpliendo con las medidas de seguridad por la pandemia.

Salón amplio, con gran distancia entre las mesas. La nuestra dispuesta frente a un ventanal abierto a un jardín interior que conseguía disminuir la temperatura exterior de uno de los días más cálidos en Formentera en este verano.

Excelente acogida y atención por parte del personal del restaurante. Servicio diligente y amable. Hay menú infantil, lo que agradecieron los pequeños de la familia. Las raciones y la calidad de la comida de los niños fue excelente. Los adultos iniciamos con croquetas de pulpo con mahonesa de oliva negra y de jamón ibérico, tras una degustación de aceites de oliva acompañados de un pan casero excelente. Las croquetas de pulpo son de ensueño por su originalidad, pero las de jamón no se quedan atrás. Tomamos también anchoa del Cantábrico, masa de coca, queso del Cebreiro y mango; un bocado exquisito, con una anchoa de excelente calidad y el mango que llena de frescura a esta tapa. Como principal la mayoría degustamos el calamar a la brasa: excelente presentación del plato, calamar en su punto, tierno y correctamente combinado con el puré y las verduras al dente. El tartar de atún rojo de 10: perfecta y original combinación con el queso de Mahón. Compartimos postres. Carta de postres amplia y variada, para probarlos todos sin duda alguna. Elegimos Flaón de Lina y Coulant de avellanas. También su propia versión de crema catalana, pero fue imposible probarla porque la comensal que la eligió como postre se negó a compartirla de lo deliciosa que estaba :) .El Flaón es un sueño: elaborado con hiebabuena y acompañado de crema de hierbas ibicencas es un bocado de frescura. El Coulant de avellanas muy equilibrado con la salsa de chocolate y el helado de café. La carta de vinos es discreta pero adecuada. Quisimos probar un vino de Formentera, un blanco. De los dos ofertados, solo tenían disponible un Savina de bodegas Terramoll. Es un vino fresco y goloso, muy sencillo de beber. A destacar que fue servido y mantenido a excelente temperatura durante toda la comida.

Nuestro agradecimiento a todo el equipo del restaurante Casbah por hacernos disfrutar tanto de nuestra última comida en Formentera. Sin duda, esperamos que no sea la última. Repetiremos seguro sabiendo que hemos encontrado una perla escondida en un remanso de paz.

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