Tras el comentario de algún amigo que escribe muy bien, fuimos a visitar este restaurante novedoso que trata de rescatar esencias e ideas. Se busca lo esencial en la cocina, la fuerza, el sabor y lo que da la tierra y el río. Y creo que se consigue, pero habrá que afinar poco a poco. La cocina rústica, la caza, los sabores contundentes y potencia , las alusiones al furtivismo , a la tradición contrasta con un local de diseño , que lo busca, pero con algo de artificialidad y modernidad que en mi opinión no acaba de encajar, Buen trato , servicio joven , un poco agitado , las mascarillas un problema, todo rápido, estaba casi lleno. Mucho ruido en la sala. Música alta, sillas que crujen mucho cuando te mueves, diseño...y la idea de lo rústico y el furtivismo. Carta de vinos sencilla, determinada por algunas marcas, pero suficiente y a buen precio. Riedel , aunque de un tipo para un vino que apenas hay en la carta. La comida es contundente, aunque la menestra con sus distintas cocciones no lo era, su caldo de cordero tampoco, más fuerza¡¡, pensé. Pases de corzo , trucha, jabalí , eso me gusta, la idea, el producto en distintas formas...pero no me convenció. La s truchitas del inicio con la mahonesa, muy ricas, se come todo, como anchoas, pero truchas de pisci, pequeñitas y crujientes. Excelente el pan , de un pueblo cercano. Postres de presentación llamativa, pero ...algo faltaba, la excelencia no la encontré. Precios razonables, nueva propuesta, que en mi opinión precisa mejora en todos los aspectos: local , servicio y comida, pero que muestra un intenso potencial. Seguro que observamos evolución , capacidad y ganas tiene.