Aquí hay madera

El castell d’Inés es uno de esos espacios que tienen algo especial. Bien sea por su entorno (perdido en un pequeño pueblo del interior de La Marina Alta), bien sea por su cocina (una delicada oda a la pasión por el trabajo) o bien sea por sus dueños (una joven pareja que huyó del estrés de la gran ciudad en busca de un estilo de vida diferente).

Por todo ello, bien merece una visita este particular castillo en el centro de Castell de Castells. Por su singularidad, solo trabajan dos personas y  con reserva previa puesto que la concepción es algo así como: Hoy tengo invitados en casa. De aquí que solo se atienda a un máximo de 14-15 comensales en una sala muy bien decorada con piedra vista (de ahí lo de castillo), con un pequeño espacio final donde un amplio tragaluz dota de luminosidad a toda ala sala y con una cocina acristalada que permite su visión desde todo el restaurante. Una cueva moderna.

Debido a sus características, en el Castell no hay carta, así que se trabaja con un menú de 25 euros por persona, con 5 platos y un postre, algo que se advierte en el momento de la reserva y que se modifica en función de las visitas del comensal para no repetir platos. El vino también sigue esta norma: Amablemente Paula nos indica qué botellas tiene  (muy pocas referencias pero de gran calidad y diferentes regiones) y nos vamos sirviendo varias copas en función de la comida. Una especie de maridaje al uso.

Con todo ello, empezamos el menú junto al resto de mesas (por aquello de ir todos a una) con una ensalada de frutos rojos, pipas fritas, tomate raf negro, salmón ahumado, anchoa, aceituna negra y cebolla: Un brote verde con gran sabor y salinidad gracias a los toques de anchoa, bien rebajados por la cebolla y los frutos rojos.

Tartar de atún agripicante con mango, cebollino, manzana, yema de huevo, soja, tabasco y lima: Un plato muy curioso y sápido, de gran combinación. El tartar de salmón (de gran calidad) reposa sobre dos finas láminas de manzana regadas en lima que aportan un extra de frescor. La combinación de mango y atún resulta agradable y, contrariamente a lo que pueda parecer, este no cubre el sabor del pescado. Para ligar el bloque se utiliza una mezcla de yema de huevo y soja que apenas aporta sabor aunque si consistencia. Por último, se dota de un espolvoreado de tabasco que remata el conjunto de sabores. Muy interesante.

Foié a la plancha con reducción de amaretto, higos, queso y arándanos: Quizá uno de los más sencillos en cuánto a elaboración y pobres en cuánto a sabor. Producto de primera calidad y resultado muy correcto. Este bocado se acompaña con una copita de mistela y pan tostado.

Pulpo a la brasa con souflé de patata y miel: El pulpo en su estado óptimo reposa sobre un perfectamente elaborado souflé que resulta crujiente en su exterior y cremoso en su interior. Sencillo y muy eficaz.

Por último, en cuánto al apartado salado: se nos presenta una espectacular aguja de ternera cocida a baja temperatura durante 4 días con salsa teriyaki y salsa de ostras, acompañada de nuevo de puré de patatas. Resultado mayúsculo de la carne, que se muestra tierna y sabrosa. El mejor de los platos sin lugar a dudas.

Para cerrar una buena comida, Mirko nos ofrece un coulant de chocolate con helado de turrón y mousse de chocolate blanco y yogurt. Poco más puedo añadir a quienes nos gusta rematar una comida con algo dulce. Buenísimo.

Durante la comida, pudimos acompañar las elaboraciones con una cerveza al principio, un albariño durante los primeros platos (a excepción de la mistela para el foié), y un monastrell de mi querida D.O. Con todo ello más dos cortados, el montante subió a los 33 euros por cabeza. Grandísima R.C.P.

Al finalizar y, tras casi cuatro horas en el restaurante donde no se debe ir con prisas, nos quedamos deparando con Paula sobre sus motivaciones, sus decisiones, sus cambios y sus dificultades, puesto que en esto de la hostelería uno es esclavo de su tiempo y siempre se agradecen mucho estos espacios perdidos de disfrute global (des del cocinero hasta el último de los comensales). Lástima que el trabajo con mimo no siempre sea sinónimo de éxito, aunque todo llega y hay mucha madera.

  1. #1

    Antoni_Alicante

    Gran comentari. En el llistat de pendents des de fa més de 4 anys. Ja toca anar! Trau-me de casa, jajajaja

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