Siempre que había ido a comer por la pedanía de Pinedo, en Valencia, había sido para degustar alguno de los múltiples arroces que suelen ofrecer la mayoría de chiringuitos y restaurantes de la playa. Así que cuando me comentaron que había un nuevo gastrobar que era interesante, no lo dudé. Sinceramente, por ubicación, no me parecía (y sigue sin parecérmelo) el mejor sitio para ubicar un restaurante de este tipo de comida pero, bueno, tal vez por diferencia notable de su carta respecto de toda la oferta local de tapas y arroces, tenga éxito.

El local está abierto hace unos pocos meses y los propietarios, argentinos, ofrecen una carta con una fusión predominantemente de platos de cocina sudamericana (peruana, chilena, argentina), algo de cocina japonesa y también española, con ciertos toques de de originalidad. Así, por ejemplo, la tradicional ensaladilla rusa allí se sirve con huevas de trucha, yema de huevo curada, tapenade de olivas negras y mahonesa ahumada que le dan una punto de personalidad.

Para cuatro personas, nos pedimos, además de la citada ensaladilla, unas Croquetas caseras variadas de ciervo y de codillo deshuesado, el Ravioli frito de Confit de pato, Tartar de vieiras, Canelón de rabo de toro con salsa de queso y tartufata, Tataki de atún con mahonesa y guisantes de wasabi, y de postres la Cheassecake con mermelada de frutos rojos y la Torrija con helado y manzana asada. En general, todos los platos estuvieron bastante conseguidos, a destacar el Tartar de vieiras y el Canelón de rabo de toro. Los postres, además de estar muy buenos, eran realmente contundentes.

La carta de vinos es cortita pero, en mi opinión, bastante bien seleccionada para este tipo de cocina con tintos con poca crianza y frutales y, en blancos, un surtido muy interesante de vinos gallegos y de corte más atlántico. Nos pedimos un Pazo Casanova de la DO Ribeiro, mayoritariamente elaborado con Treixadura, que dio un buen juego. Volveré.