Un gran restaurante tradicional en constante evolución

El Ibèric es un restaurante tradicional y familiar. Un valor seguro que nunca te dará una sorpresa desagradable. Sin embargo, esto no implica que no sea capaz de reinventarse, de mejorar y de introducir novedades. Me parece especialmente destacable porque la tendencia general (desde la filosofía del vuelo gallináceo que por desgracia nos caracteriza) es la de no tocar lo que ya funciona. El problema es que, en muchas ocasiones, cuando deja de funcionar ya es tarde para tocarlo. El Ibèric mantiene su esencia desde hace años incorporando siempre alguna novedad.
Hasta hace un par o tres de años, la carta sólo estaba en el exterior: una vez en la mesa la única solución era oir como Tomás cantaba los platos y como te inducía a pedir unos u otros. Siempre tenías la sensación de que comías lo que él decidía: a mí me gustaba, pero entiendo que no todo el mundo lo vivía igual. Actualmente, Tomás ha dado un paso atrás y ha cedido el protagonismo a sus hijos, que han dejado de cantar la carta y han pasado al formato tradicional. Como ya se ha señalado, también han cambiado (y en este caso claramente mejorado) aspectos más concretos como las copas.
En nuestra última visita (dos adultos y dos preadolescentes)
pudimos degustar un plato atrevido que muestra lo dicho anteriormente: unas anémonas de mar deliciosas (9) que me recordaron a las probadas en el Dos Palillos. Con el objetivo de educarles el paladar, cometí el error de hacérselas probar a mis dos hijos mayores: les gustó.
También compartimos unos mejillones de roca (pequeños, como deben ser) muy buenos (9)
De segundo, un suquet de pescado (una de las especialidades, junto con el arroz y los fideos). Raciones generosas (pedimos para dos), te acabas la salsa con cuchara. (9)
Y una de pollo a la brasa(sólo puedo opinar sobre las patatas: muy buenas)
Tienen una carta de postres variada y sugerente. Yo comí un rus de La Bisbal (el rus siempre de Can Massot!) y el resto un sorbete de cítricos y un pastel de chocolate.
Para beber, un Naia (y agua para los niños)
Café y cortado.
Es un sitio muy recomendable y muy equilibrado (buena comida y buen servicio pero los niños no molestan, espacioso, tradición con detalles de modernidad, buena carta de vinos).
A medida que escribo crecen mis ganas de volver...

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