Comprar en el mercado central de Valencia es una gozada (en agosto algo menos porque hay varios puestos cerrados); luego dejas la compra en el aparcamiento y a almorzar al mejor sitio de los alrededores (dentro el Centralbar o está cerrado o está lleno).

Como es verano mejor dentro con el aire acondicionado. Hay que hacerlo todo pronto porque enseguida se llena la terraza exterior, las sillas altas de la calle y hasta el interior. El servicio es rapidísimo.

Unos buenos cacahuetes con corteza y unas aceitunas más que correctas ya esperan en las mesas; pedimos las cervezas y encargamos los almuerzos: tres medios porque hay comida y cena de paellas.

. lleterolas (mollejas) con ajos tiernos y patatas fritas: un pan mejorable por su textura con buenos ingredientes aunque las mollejas estaban casi trituradas.

Buenos cremaets, por encima de la media habitual y poca conversación porque la compra espera en el coche.

Sin más cambios que el paso de los años se mantiene y crece ahora con el aumento de la peatonalización de calles vecinas, y una pequeña ampliación interior hacia el fondo de la calle donde han cambiado las pequeñas mesas por barriles y 2 taburetes altos por barril; sigue teniendo la terraza exterior casi compartida con otro local cercano. No sé si aún mantiene la opción de que compres en el mercado y pagar un suplemento porque lo pasen por plancha y servirlo en la mesa.

Dos amigos para almorzar a hora tardía por visita guiada de La Lonja (vaya maravilla arquitectónica) y tenemos que ir al interior por estar todo lleno, la mayoría extranjeros.

Comedor rectangular con mesas de madera y de variados tamaños aunque cómodas. Servicio rápido y eficiente, al igual que la rapidez de cocina.

Mantiene tamaño de bocadillos, pan mejorable, buen relleno. Aceitunas y cacahuetes sin destacar, más las bebidas, en este caso, un par de dobles de cerveza de presión para acompañar a un bocadillo tamaño entero (media barra de cuarto) y otro igual tamaño medio con:

. carne de lomo de cerdo guisada al horno y desmigada con patatas panaderas y alioli: el alioli y el guiso reblandece un poco el pan; la carne sabrosa y jugosa pues a pesar de ser lomo pero el guiso modifica su textura y sabrosa. Emblema de la casa y ganaría mucho con pan de calidad.

Un café con hielo más el cremaet, bien preparado pero algo corto. Sigo pensando que el exceso de turistas de la zona perjudica la oferta gastronómica porque la gente por aquí espera comer rápido, barato y lo menos mal posible: por ese orden.

Los lunes hay mercadillo en los alrededores del Mercado Central (ya sin turistas, y se nota) y la disfrutona terraza del local se convierte en una apretada fila de mesas en la callejuela lateral, y harían falta el doble de mesas para dar abasto a los clientes de la zona que acuden a almorzar (por si fuera poco cierra también el local de Camarena en el interior del mercado) por lo que hubo con reservar con antelación y lidiar (justificar) con la cola en espera para sentarnos los cuatro en el poco espacio de una mesa que normalmente se sientan uno o máximo dos clientes. Es lo que hay.

Menos mal que el servicio, todo mujeres fuera y hombre en cocina (los tiempos cambian) son supereficientes, amables, cercanos y hasta simpáticos en momentos de difícil superación. Para beber optamos dos por cervezas y dos por vino (Solar de Zunil) con gaseosa cumpliendo con la tradición; los cacahuetes y aceitunas, misma ración que para un comensal solo, estaban correctos sin más. Bueno el pan y correcto de relleno en los bocadillos, siendo el standar de tamaño habitual de media barra.

Lo importante:

. 2 x carne de caballo con ajitos tiernos y patatas fritas: buen producto, buena elaboración, lleva a buen final.

. 2 x guiso de carne de cerdo desmigada y patatas fritas: muy jugoso, bien de sabor

Rematamos con cremaets para todos y un poco de sobremesa ya que ni la comodidad ni la falta de mesas libres invitaban a seguir. Nos quedamos con las ganas de haber comprado algo en el mercado y rematar (o iniciar) el almuerzo con unos caprichos a la plancha con un costo de elaboración de 4,5€ para todos. Habrá que volver, pero no en lunes.

Junto al mercado central y con un espacio interior pequeño que, afortunadamente puede ampliarse con mesas de terraza en la calle y en especial en la plaza propia del mercado. Las mesas están juntas, sin mantel, con sillas de aluminio y sombrillas más útiles para espantar palomas que sol que casi nunca es problema (por la orientación); llenas de gente sentada y muchos más, sobre todo turistas, que entran y salen del mercado. Un cartelón a pie de mesas anuncia las posibilidades de bocadillos para almorzar, a lo que se añade la posibilidad de traerte la compra del mercado y por 4,5€ te lo hacen en plancha (lo que quepa en una plancha de aprox 20x40 cm) o 2,5€ si es cocido o frito.

Es una opción interesante de almuerzo y luego compra en el mejor (para mí) y más amplio espacio de compra de producto fresco de la ciudad. Bueno es ir a comprar con el estómago lleno, para no acabar comprando sin control. Así lo hicimos.

De las varias opciones fijas y algunas del día (en función de mercado) lo elegido fue una de sus especialidades: bocadillo de carne de caballo con ajetes y patatas fritas. Buen tamaño, buen pan crujiente, mezcla de reparto irregular, filete algo corto pero muy bueno de sabor y textura, patatas correctas. Recomendable.

Por supuesto se acompañó de las correspondientes aceitunas (más básicas) y cacahuetes, destacando su rápida llegada a la mesa que acorta la espera del actor principal. Para beber y aunque casi todos tenían vino con gaseosa, la presencia de ambas botellas abiertas y a medio consumir sobre la mesa en el momento de llegar, lo hizo menos apetecible y se pasó a tercio de Estrella Galicia servido sin vaso (como en todas las mesas). De remate un cremaet mejorable.

El servicio de la terraza es rápido, eficaz, cercano. ¿Los asistentes? A pesar de la circulación de turistas, todo gente local: está claro que el "esmorzaret" no ha pasado el pirineo ni siquiera el puerto de Contreras.

No descarto un día hacer un refuerzo sacando algo de la cesta de la compra y llegar a casa directo para la siesta.