La cuarta generación está al frente de este restaurante familiar, ubicado en la plaza del maravilloso pueblo medieval de Ullastret en una antigua casona que data de siglos atrás, dispone de dos salas y de una buena terraza.
Ofrece cocina casera clásica ampurdanesa y sus raciones son más que generosas, las mesas están vestidas con mantel de hule y los cubiertos envueltos en una servilleta de papel, la cristalería manifiestamente mejorable.
Pedimos los primeros para compartir croquetas de setas acompañadas con una buena ración de ensalada y pan de coca con tomate con anchoas saladas en exceso.
Seguimos con medio conejo a la brasa con acompañamiento de patatas fritas caseras con piel, muy buenas y pies de cerdo al horno con almendras y salsa de tomate, buenos aunque con exceso de aceite.
Terminamos con un tiramisú casero y un corte de helado de vainilla con obleas que me recordó mi adolescencia
Dos buenos cafés
De una cortísima carta de vinos elegimos el único cava que tienen en la misma, Mas Molina reserva brut nature.
El servicio efectivo aunque desbordado a partir de las dos de la tarde.
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