De lo mejor de la ciudad

En el Watherfront de la ciudad se reune un elenco de hoteles y restaurantes de alto nivel y que, especialmente por las noches, compiten por los clientes en base a unas buenas vistas del puerto pero sobre todo por una buena materia prima, una elaboración actualizada con una presentación bien cuidada más un marco de elegancia desde la recepción hasta el último detalle.

Este local ubicado en el piso superior con entrada por una zona comercial. El espacio es enorme con varios salones acristalados separados cara al mar, más una parte de sala levemente sobreelevada (un par de escalones) en la zona central y en dirreción a la cocina. Muebles clásicos, muchas mesas redondas, bien separadas, muy bien vestidas, excelentes copas. El servicio en sala académicamente perfecto desde el vestuario al comportamiento y por supuesto servicio de vino, platos, etc. Todo rezuma elegancia y "savoir faire", incluso en los asistentes, escaso ruido ambiental a pesar de mesas familiares o grupos de parejas.

Amplísima carta de vinos con múltiples referencias importantes y mucha presencia de vinos franceses con precios altos (nivel internacional). La carta de comidas con precios asequibles en cada plato, también es amplia con un apartado de sus especialidades, entradas calientes y entradas frias, opción de ostras, carpaccios, sopas, ensaladas, mariscos y pescados con muchas opciones, aves y carnes y por supuesto postres.

Tres para cenar con reserva previa y local lleno; llegamos con antelación y nos toca esperar porque estamos en el segundo turno por lo que nos quedamos en una especie de salon a la espera y declinamos empezar a beber; practicamente a la hora convenida nos colocan en una mesa alejada de las vistas al mar aunque la posición algo sobreelevada y la oscuridad de la noche con la iluminación interior (solo si estás pegado al cristal puedes ver algo del mar) te permite una buena vista de la sala. Un cestillo de un buen pan recien horneado más unas excelentes mantequillas que amenizan la espera más larga de lo deseable (por el hambre despertada), aunque luego la salida de platos tuvo un buen ritmo y más cuando lo que pedimos son varios platos para probar y no pedimos 1º y 2º plato cada comensal, lo que causa cierto desasosiego en la comanda dle jefe de sala.

Elegimos para cenar:

. abalone: preparado en filetes al grill y con una salsa cítrica y mantequilla.

. grilled calamari: calamares al grill con limón y mantequilla de hierbas con salsa de ajo, aceite de oliva y limón.

. black mussels in riesling: mejillones cocidos con vino riesling con perifollo, una pizca de ajo y crema.

. flame grilled tiger giant: langostino tigre gigante salteado con grappa, aceite de oliva, limón, ajo y chile verde y acompañado de tomates y aros de cebolla.

. soupe of the day: sopa de vegetales.

. ceam seafood bisque: una buena sopa de marisco y pescado.

. kingklip baby whole: todo el cangrejo al grill con limón mantequilla y finas hierbas.

. vainilla y chocolate halva: servido con ganache de chocolate.

. trio créme brûlée: 3 pequeñas tarrinas (tipo mantequilla) con 3 opciones de sabores del día.

Parece que hay un exceso de grill, ajo y limón pero la verdad es que no se apreció así durante la cena por el acierto de las elaboraciones y proporciones. Las raciones de buen nivel.

Para beber un par de botellas de agua con gas, la imprescindible coca cola zero, una buena cerveza lager Windhoek más una botella de chenin Ken Forrester Reserve, una de las 4 opciones de esta uva que había en carta; por cierto de nuevo la carta clasificada por uvas, un planteamiento propio repetido en todas las ocasiones.

No hubo cafés y sí un corto paseo por la zona previo al inicio de la cena con mucha gente paseando y alguna atracción como una noria gigante. El precio incluye el 10% del servicio facturado aparte pero puesto directamente por el local (poco opcional).