Buena opción en el casco antiguo de Benissa

Quedada de amigos para comer y uno de los asistentes propone desplazarnos hasta Benissa para probar un local en el que él ya ha estado y que aconseja visitar. Como su criterio gastronómico goza de toda nuestra confianza, vamos para allá: mesa de ocho adultos y cuatro niños y niñas.

El local se enclava en el centro de la localidad, muy cercano a la plaza mayor y a su iglesia-catedral. Se ha reformado con gusto, sin demasiadas pretensiones, y sabiendo conservar alguno de los elementos antiguos como algún que otro muro de piedra que se ha restaurado convenientemente. Acogida muy cariñosa por parte del personal, especialmente por parte de Juan Carlos, uno de los cocineros que juntamente a Anna, la otra cocinera, proponen una cocina ad libitum que combina platos de corte más tradicional con otros más cosmopolitas y algunas reinterpretaciones del recetario popular. Tras preocuparse por alergias y gustos personales, no propone ir sacando raciones para compartir al centro de la mesa (dos de cada, lo cual resulta ideal al ser ocho personas adultas), propuesta que aceptamos sin pensárnoslo.

- Croqueta de berenjena y butifarra: perfecta. Cobertura crujiente, corazón fluido y sabor rico. Se combinan con un poquito de miel que siempre casa bien con este embutido.

- Galleta de pistacho con foie: pequeño sándwich con el emparedado de una torta casera elaborada con pistachos y el relleno de foie y confitura de boniato. Rico.

- Ensalada de Pere Bigot: Sencilla, pero correcta. Brotes frescos, frutos secos, queso de cabra y jamón cocido recubiertos por una finísima oblea salada a modo de pan.

- Caballa en escabeche casero: delicioso, de lo que más gustó. El pescado solo cocinado con el toque que le da el reposo junto a un escabeche ligero, fresco y con algún toque cítrico.

- Alcachofas rellenas: Punto perfecto de cocción del vegetal y interesante el relleno con trocitos de gamba y una muselina de yogur. Los pedúnculos de la alcachofa se rebozan y fríen a modo de snack crujiente que acompaña los corazones de ésta.

- Pulpo frito: Para de grosor considerable que se reboza, se fríe y se sirve sobre un allioli negro elaborado con tinta de calamar. Rico de sabor aunque quedó un tanto duro.

- Tortilla de gamba amb bledes: Huevo poco cuajado, a modo de tortilla vaga, que esconde tras de sí un guiso muy popular en la comarca: la gambita de río o camarón con acelgas. Presencia sápida de éste leve, pero configurando un plato original y resultón.

- Tarta tatín de manzana: Se presenta a modo de deconstrucción con la base de la compota y la manzana asada, un helado de manzana gran Smith y el crujiente que corona el plato.

- Milhojas: Se alternan las capas crujientes y finas con la crema pastelera dispuesta milimétricamente en forma de motas. Muy ricas.

- Torrija: de tamaño considerable, todo indica que se prepara con rebanadas de pan de molde. Punto exacto de dulzor, jugosa y con un punto de melosidad destacable. El mejor postre.

- Brownie de chocolate: De dulzor contenida y textura densa y consistente. Correcto, sin más.

La carta de vinos muestra referencias bastante interesantes y un número de ellas superior a lo habitual en restaurantes de la zona de ese rango de precios. Vinos de corte moderno y a precios muy razonables que permiten su disfrute. Falló la primera elección (el único que no les quedaba) y optamos por un siempre singular Flor de Ahillas 2018. Hubo cervezas, aguas y algún que otro vermut y refresco de cola.

En definitiva un lugar en el hemos comido muy bien, hemos estado muy a gusto y con una RCP excepcional. No se han tenido en cuenta los platos de los niños a la hora de indicar el precio por persona. Para repetir.