Un local muy céntrico, muy luminoso, muy moderno y juvenil en la decoración y en la gente de sala, pero suficientemente preparada ya que en diferentes momentos supieron solventar los pequeños inconvenientes con holgura y mucha más profesionalidad (y siempre con una sonrisa) que otros más curtidos.
Mesas muy juntas porque el local está totalmente lleno, sin mantel de tela con vajilla y cubiertos sencillos y unas copas muy muy mejorables. Sillas que invitan a estar poco rato.
La carta de vinos incluye 8 blancos entre 17 y 28€ pero todos muy poco habituales; otros 8 tintos (6 de ellos extranjeros); 1 valenciano rosado; 3 espumosos (incluido un champagne); 3 dulces. Todos los grupos tiene 1-2 opciones de vinos por copas. Interesante carta. Nos decidimos por lo mejor: André Clouet, un blanc de noirs (44€). También un agua sin gas.
La carta de comidas es escueta: un menú (20€) único (el actual llamado de Fallas) con unos entrantes (mezzes del día) al centro para compartir más un principal y un postre a elegir entre pocas opciones. Buen ritmo de servicios de platos y raciones correctas, si bien los productos utilizados no son de elevado costo. Lo comido, todo al centro y compartido entre ambos:
. pan casero con aceite de Viver: un pan tostado (alguna cara más tostada de lo necesario) correcto y un buen aceite de la cooperativa de Viver.
. encurtidos caseros: unas buenas y pocas aceitunas y un par de gildas mientras viene la comanda.
. ensalada agridulce de ricota y naranja sanguínea
. labneh de tomate seco, maíz y mantequilla picante
. berenjenas fritas con feta y melaza de dátil
. coliflor blanca turca con perejil, sumac y cebolla morada
. shawarma (kebab) de pollo-cordero con hummus y ensalada de maíz con encurtidos
. pescado del mediterráneo (corvina) con salicornias y kalamata
. baklava con helado de café
. naranja, miel, lima y pistachos
En general, bien los platos solo destacar lo fuerte de la cebolla y el picante del labneh, complicado para un comensal medio. Una cocina de los vecinos de enfrente y sin embargo tan desconocida. Sólo nos quedó por probar un principal de los ofertados, shakshuka: sartén de huevos con tomates.
Una petición de unos cafés finales y repetir uno de los postres (baklava). Aquí surgió un problema ya que al traer los cafés (antes que el postre) porque eran muy muy cortos, cosa que no acabó de gustar; se ofrecieron a traer un nuevo café más largo y propusimos dejarlo estar. Luego nos dijeron de compensar la situación regalándonos el postre extra solicitado sobre el menú, ¡Chapeaux!.
Ojo con el precio que subre 40€ los dos menús y 44€ el champagne.