Restaurante clásico de una de las fondas del pueblo, una gran sala atendida por cuatro jóvenes camareros que van por faena secundados por el propietario, nos acompañan a la mesa junto a la ventana desde donde se disfruta de una maravillosa vista, mesa amplia para cuatro personas, mantel y servilletas de tela, vasos y copas de los años cincuenta que en absoluto invitan a pedir otro vino que no sea el de la casa y que sirven en porrón.

Carta corta con platos de cocina clásica y brasa y menú de fin de semana.

Día de invierno con un sol espléndido, pero ésta es una zona muy fría de la comarca de Osona y viendo el rio helado y los carámbanos de hielo, me apetecia tomar un plato muy típico de esta zona

Sopa torrada amb pilotilles (sopa hecha con harina de pan tostado con mini albóndigas), es un plato que no es nada del otro mundo pero que en los días de frío reconforta, el otro entrante fué pan de coca tostada con escalivada y anchoas.

Seguimos con un muslo de pollo a la brasa acompañado de patatas fritas caseras y media espalda de cordero al horno con guarnición de patatas y judias, ningún comentario especial sobre los platos.

La carta de postres es la que confeccionan las fábricas de determinadas marca de helados con oferta exclusiva de sus fabricados y donde dejan un pequeño espacio para insertar los postres de la casa, compartimos una crema catalana que era demasiado líquida, se asemejaba más a las natillas.

De la corta carta de vinos pedimos un cava de Celler Trobat brut nature reserva que se elabora en la población de Garriguella en la comarca del Empordà.

Terminamos con dos cafés

Un restaurante que no tiene ningún problema en llenar todos los días dado el atractivo turístico que tiene este pequeño pueblecito punto de partida de múltiples excursiones por sus alrededores