Llegamos a Aveiro cercanos a la hora de comer y preguntando en nuestro alojamiento nos recomendaron este restaurante entre otros. Situado al lado del canal, en uno de los puntos desde donde más fotografías se toman, como indico en el título se halla a medio camino entre la modernidad, representada por una sala con una decoración actual, y el restaurante de toda la vida, de mesas apretadas, vajilla más funcional que otra cosa y copas de vino toscas.

De entre la variada oferta de pescados y mariscos, seleccionamos lo siguiente:

• Mejillones al vapor (4,50€): Ración abundante de mejillones de buen tamaño y en su punto de cocción. Buen comienzo.
• Caldereta de anguilas (28€): En la carta ponía que era para dos, pero la cazuela que nos trajeron daba para que 4 comieran bien. Abundante en anguilas, melosas y suaves, pero con alguna patata que había quedado un poco tiesa.

Después de la caldereta quedaba poco sitio para el postre, así que pasamos directamente al café (0,70€).

En cuanto al vino, la carta contendrá del orden de 40 referencias de las DOs más habituales de Portugal y a precios muy razonables. Escogimos una media botella de Planalto (5,50€), impecable para el precio que tiene. Inmediatamente nos proporcionaron una cubeta de agua con hielo para mantenerlo a su temperatura.

El servicio fue atento, aunque nos tocó esperar un poco por la caldereta, y quizás las prisas por sacarla pueden explicar lo de las patatas cortas de cocción. Los mariscos y pescados que vimos a nuestro alrededor tenían buena pinta, así que puede ser digno de una nueva oportunidad.