Se puede pasar de largo

En nuestra búsqueda por descubrir restaurantes en esta ciudad, los que teníamos en la lista de pendientes estaban de vacaciones, después de varios intentos dimos con éste que está situado en una de las calles del centro histórico que se inicia en la plaza Major. Local alargado, como un largo pasillo, oscuro, nos ubicaron al fondo del local en una sala ganada al patio interior con una gran vidriera que le proporciona luz natural pero con vistas a una pared encalada, mesas muy juntas provistas de mantel tipo camino de mesa, vajilla y cristaleria de batalla, es más las copas de vino con publicidad con el logo y el nombre de un conocido vino, decoración inexistente.

Disponen de carta de corte clásico y menú, en el menú ofrecen la opción de tomar dos segundos platos con un suplemento de 5 euros, nos decantamos por esta opción puesto que ninguno de los entrantes llamaba nuestra atención.

Compartimos carpaccio de buey con virutas de queso, carpaccio tipo fiambre, casi sin aliñar, escasas las virutas de queso, tuvimos que pedir aceite y sal en escamas para darle algo de sabor al buey, el otro plato compartido fué según el menú cigalitas de costa salteadas con ajo, por el precio del menú no se puede esperar que sean cigalas de playa frescas, pero hay congelados y congelados hay, aquí lo dejo.

Los segundos secreto de cerdo a la brasa con salsa de boletus que pedimos nos sirvieran aparte, salsa carente de sabor y onglet de ternera al oporto , sin duda este fué el plato que se llevó la mejor calificación, carne tierna y con el punto de cocción solicitado.

De postre coulant y helado de limón.

Dos cafés.

Una botella de agua de litro incluida en el precio del menú y una botella de cava Llopart Brut Nature, solo descorche y primer servicio por parte de la camarera

Servicio atento pero con muy poca empatía  con la clientela, vamos que se les notaba que trabajaban por obligación, inclusive la señora que toma la comanda que casi con toda seguridad es propietaria del restaurante