Me ha extrañado muchísimo no encontrar alguna reseña de esta taberna, en nuestro paso por Madrid, la encontramos después de buscar restaurantes por la zona del Retiro, donde tan bien se come.

Es un local con una barra estrecha con muy poca capacidad, a través de una escalera se accede al comedor, distribuido en dos salas pequeñas, algo explotadas aunque la interferencia con los vecinos es mínima, ahora si, el paso para los camareros es algo mas complicado. El restaurante estaba a tope.

A pesar de todo, se está confortable, es uno de esos sitios donde en el momento en que te sientas en la mesa, intuyes que vas a comer bien, después cuando te atienden, te explican y te toman nota, confirmas que vas a comer bien, y eso que la comida aun no ha llegado.

Buena vajilla, mesas de madera sin mantel, atención de la de antes, dedicada, buenas sugerencias, yo diría que muy comprometida.

Para empezar, pedimos algunas cosas a compartir:

- Alcachofas confitadas con brandada de bacalao. Pero que muy buenas, sobre un fondo de salsa "bacaladera", que buen conjunto, sabroso y suave.

- 1/2 de torreznos crujientes de Fuentidueña. Recomiendo ver la foto de los torreznos en su página web, ellos lo vendían como uno de sus especialidades, lo es, impresionantes, la media ración son cuatro trozos grandes, la parte de la costrita, brutal.

- Las bravas cremosas de Alejandro. Otra de sus especialidades, no tanto porque sean mas o menos buenas, si no por su elaboración diferente, es un puré de patata, hacen unas bolas y las rebozan para que quede crujiente, servida con una sala estilo mojo picón. Rebozado fino, un buen plato para picar y compartir.

- 1/2 de calamar de potera a la andaluza, veníamos de Almería, así que unos cuantos calamares a la andaluza ya llevábamos encima, estos, han sido de los mejores este verano.

Para los segundos, ya fuimos a un plato individual.

- (2) Ravioli de rabo de vaca con cremoso de papa morada y anís. Un solo ravioli, grande, pasta casera, relleno y salsita muy sabroso, de cierta contundencia, pero muy disfrutable, uno de mis hijos no pudo acabárselo (afortunadamente) porque lo rematé yo.

- Presa Ibérica con escalopa de foie, dátiles y café, los dátiles machacados como base separados de la presa por una fina pasta brie, la combinación con el dátil me sorprendió positivamente, buena materia prima y muy bien cocinada, este fue el mio y también lo disfruté mucho.

- Chipirones a la parrilla con pisto de zamburiñas, este algo mas terrenal, a pesar de su proceder del mar, pero de nuevo buena materia prima y cocinada lo justo.

De postre compartimos dos torrijas cremosas de anís con helado de vainilla, mirad, si visitáis algún dia esta taberna, no lo dudéis ni un segundo, pedid este pecado de postre, no hay que temer pecar e ir al infierno por ello, vale la pena.

No están fritas, son un brioche y ese toque de anís es increíble, a mi me transportó a mi infancia, a esos bollos anisados con azúcar por encima que nunca mas he vuelto a probar, al menos como aquellos.

Respecto al vino, recuerdo una carta bastante interesante, con precios tirando a correctos, buenas copas, como solo yo bebí vino, al final tomé dos copas de Valdubon Roble (2,95€/copa), bien servido a temperatura perfecta.

Indiscutiblemente, este lugar pasa a mis fijos de Madrid, como en su momento pasó con Marcano, también en la misma zona.

Todo un acierto muy recomendable.