Comenzamos a preguntar a finales de abril y, de las opciones que nos sugirieron los contactos en la ciudad, sólo nos pudieron dar mesa en ésta. Menos mal. Día grande en Pamplona y nosotros, recién llegados, con ganas de empezar comiendo y bebiendo bien. El local goza de una ubicación excelente, a escasos metros de la plaza del Castillo y en pleno centro neurálgico de la fiesta. La planta baja y el primer piso se reservan en fiestas para el servicio de bebidas, pinchos, zona de baile... Nos hicieron subir hasta el segundo piso donde está el salón habilitado completamente ese dia para grupos más o menos grandes.

Como era de suponer, se nos ofrece una única opción: un menú compuesto de primero, segundo y postre, todos ellos a elegir entre varias opciones, y algunas bebidas incluidas por 40 €. De primeros alcachofas con foie, cocktail de frutos del mar, pochas, arroz meloso, tagliatelli... Yo compartí con otro comensal las dos primeras propuestas que he citado. Ricas y bien cocinadas las alcachofas, refrescante y apetecible el cocktail aunque con un exceso de salsa rosa y demasiado líquida para mi gusto, a modo de sopa.

Los segundos también los compartimos: confit de pato y toro estofado. Ambos platos cocinados de forma correcta, en su punto óptimo y acertados en sabor y suculencia.

Como postre tomé un granizado de mojito con exceso de acidez (lima o limón) para mi gusto.

Tomamos varias botellas de agua, cervezas, algunas del vino tinto que se nos ofreció con el menú, cafés... sin sorpresas en la cuenta final. Servicio agradable y eficiente, tónica general ésta que percibí en la mayor parte de locales que visitamos en fiestas, fuesen de la índole que fuesen. Digno de elogio.