La antigua piscina Valencia y el llocal Les Graelles está todo en obras con un remodelado completo y del que se abrirá espacios diferentes. De momento ya ha abierto Àtic, en la planta superior con un espacio de terraza a la Alameda para celebraciones de grupos, actuacion musical en directo, amplia barra de copas y postureo de tarde/noche. Tiene un espacio a cubierto, Àtic Bar, donde están las cocinas más o menos a la vista, decorada con cantidad de platos de ceramica en la pared y zona de tapas. Por último el propio restaurante, Àtic Restó, en un apartado de la terraza y a cubierto de toldos (y con calor a medio día).

El mobiliario y decoracion de l parte exterior tiene una presencia de cerámica manisera, sillas variadas, banco con almohadones... con un estilo complicado de definir pero que tiene un punto valenciano, antiguo y a la par moderno, en un punto muy buscado entre tradición y vanguardia. Mesas con aceptable separación, bien vestidas, copas vajilla y cubiertos muy correctos. El servicio en sala es correcto aunque un poco distante y recomienda precios de vinos de alto precio.

La carta de vinos es amplia, variada, elevada de precio en general, con variedad de opciones. Al final nos quedamos con Thermes 2014, un buen Toro que duró la comida y llegó hasta el postre. Muy bien servido y aunque llegó algo caliente se enfrió y se fué sirviendo de forma muy correcta.

El chef Nicolás Román tiene para el restaurante una spropuestas de menú ejecutico y menú fin de semana que no se nos oferece. Vemos la carta de comidas, no muy amplia, en que también se busca aunar tradición y cocina más vanguardista. Hay entrantes con productos clásicos y eaboraciones modernas; arroces también con planteamientos novedosos (risoto de pato y céleri, caldoso de pescado de roca y lima kaffir; cuatro opciones de pesacdo y tres de carnes y un par de guisos; una opción diferenciada son carnes de diferente calidad y maduración, sin precios en carta pero que, creo, van de 50-70€ kilo.

Tres para comer y con un mini aperitivo por parte de la casa de chips vegetales con remolacha. Lo elegido:

. sardinas con escalibada valenciana ponzu y melón: siguiendo su recomendación, de nuevo producto clásico y presentación diferente. Ración justa.

. steak tartar clásico acompañado de tostas de pan de coca: pedido en medio picante y que no se os ocurra pedirlo picante porque os convertiríais en un lanzallamas; la carne bien de sbaor y textura

. principal: dos optamos por el guiso de rabo de toro guisado con cangrejo azul de la Albufera, col y kimchi. La otra opinión se decantó por el pichón asado acompañado de un mole de cacahuete, bulgur y coliflor. Siempre bien planteado, sabroso, bien emplatado, raciones correctas, vistoso y sabroso.

. postres: un par: Cromatismo verde, plato emblemático del chef y compuesto de una concentración de texturas, técnica y poesía: Gel de lima -- Dados de kiwi -- Crema de aguacate dulce -- Merengue de lima -- Esponja de lima y hierbabuena, muy fotogénico y bien de sabores. El otro fue el clásico de torrija y healdo, buena ración y sabroso.

Unos buenos cafés y por cortesía de la casa unas copas de un vi de gel The End 2016 que gustó.

Un sitio que se pondrá en las revsita de moda y en el top ten del ambiente chic. ¿Para comer? Ya es otro cantar, lo hace correcto pero la gente va a ir más por el local y ambiente que por la comida.