Recién llegados a Calpe, con el tiempo justo, encontramos hueco en Kanaiia. De aspecto moderno y estética aparente, con un ambiente desenfadado sin postureos en el que nos llegamos a sentir a gusto.
Tooooodo al centro... como es costumbre.
Pues sí. La comanda no aporta novedades en términos absolutos pero, en líneas generales, todo estaba bien ejecutado y sin altibajos sápidos lo cual, a día de hoy, he aprendido a agradecer.
Contenido sabor y equilibrada textura la de las pequeñas croquetas. Correcto el salmón, bien aderezado con helado de mostaza y en sintonía con los demás abalorios (apio, manzana, pistachos...). Desconozco la composición del contenido del panecillo vaporoso pero oye!... muy rico, buen especiado y salseado. Completa la fajita, de buen calibre y relleno con presencia, además de cebolla, aguacate y tomate, de unas láminas de chile jalapeño que le daban alegría al conjunto.
Bebimos cerveza, cinco en total, bien tirada por cierto.
Aconsejados por la camarera, una de pan con all i oli y tomate. Lo normal.
Un cortado para acabar.
En resumen, cena sin complicaciones, con elecciones puede que ya muy vistas pero que cumplieron su cometido eficazmente.
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