¿A qué sabe el océano?

Cena febrero 2018

Visita a GLASS MAR, la embajada de Aponiente en Madrid, abierta por Ángel León en la planta baja del Hotel Urban. Entorno apabullante, mármol, cristal, dorados, etc. todo muy excesivo y muy "brilli brilli", en consonancia con el cinco estrellas-gran lujo, donde se ubica.

Carta corta y muy atractiva, con una cuidada selección de platos confeccionados a base de productos del mar, aquí no busquen carne porque de eso no trabajan. Nosotros pedimos:
- A qué sabe el océano, cuatro berberechos de buen calibre presentados en una lata con sus jugos gelatinizados y polvo de algas. Sabroso y efectista, con su humo de hidrógeno líquido incluido.
- Cazón en adobo. El pescado se presenta en taquitos napados con una emulsión de mejillones y jalapeños, con cebolla crujiente por encima para darle el punto "crunchi", correcto.
- Bocata de calamares. Un pequeño brioche relleno de un guiso de calamares en salsa americana, no nos dijo mucho.
- Camarones fritos con huevo y panceta. Combinación ganadora, es imposible que con estos ingredientes el plato estuviese malo y efectivamente, estaba divino.
- "Steak tartar" de calamar. El cefalópodo picado en pequeños trozos, previamente marinado en remolacha para darle el color rojo y con el aliño clásico del tartar de carne tradicional. Sabroso y con el picante justo. Todo un platazo, de lo mejor de la cena.

Los postres no los probamos, no somos de dulce y echamos de menos algo de queso para rematar. Habrá que inventar el queso marino a base de algas o yo que sé, ahí queda la idea. En cuanto al apartado líquido, tienen una breve carta de vinos, con predominio de los del marco de Jerez, a precios disuasorios si se piden por botella. Aquí "cariñosamente" te empujan a pedir vino por copas, que fue lo que finalmente hicimos. Nos dejamos aconsejar y probamos el Fino en Rama Colosía y el Amontillado en rama Yodo de Lustau, que embotellan expresamente para ellos. Especial mención al amontillado, del que tuvimos que repetir y nos hubiéramos bebido la botella entera. Terminamos con un excelente moscatel de Chipiona de Cesar Florido acompañado de mignardises cortesía de la casa, como era menester.

Servicio muy simpático y con arte. Todo servido a su tiempo y sin esperas. El sitio es divertido, también apto para tomar una copa terminada la cena. En cuanto al precio, salimos a poco más de 50 euros por barba, precio que no es barato pero tampoco disparatado y permite hacerse una idea de lo que se cuece en Aponiente. Debéis ir a conocerlo.

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