Local de barrio con su menú de diario con 4 opciones de primeros (sopa, fideuá, acelgas con anchoas, patatas a la antigua) y 4 segundos (entrecotte, butifarra con mongetes, callos del azul, pulpitos al ajillo) y postres caseros más opcion de piña) por 10€. A la carta tienes muchas, repito muchas, opciones interesantes de cocina casera con aires de cocina gallega y catalana, con buenos precios y raciones abundantes.

No hay carta de vinos salvo petición, pero sí vinos por copas, sirviendo después de descorchar y dejando la botella en la mesa (supongo que luego se acaba por copas en la barra.

Local de mesas y sillas de madera, mantel y servilletas de papel, copas y vajilla básicas, como no puede ser de otra forma. Mesas separadas aunque alguna colocada con el respaldo casi en la salida o entre dos puertas que casi dificultan el abrirse. Lleno hasta la bandera con al menos dos turnos por mesa y de gente local del barrio, que allí vive o allí trabaja.

Lo bebido: una copa (o más si hubiera hecho falta) de Tamaral crianza 2015 un Ribera básico.

Lo pedido:

. caracoles a la llauna. con sal ajustada, algo de aceite residual innecesario, bien condimentados y sin secarse demasiado, en una ración para compartir entre varios (más de 70 caracoles moros). Una salasa de alioli y otra entre toamte y romescu. Casi me sobrepasan.

. chuletas de cordero a la brasa: 4 chuletas carnosas, tamaño medio grande, con buenas patatas fritas y un pimiento de Padrón decorativo.

. no hubo postre pero me quedé con ganas de la tarta de la casa que me ofrecieron, incluso cambiarla si no me gustaba, pero la prudencia de tener que hablar en la tarde, me hizo ser comedido.

. buen café final.

lo servido y no pedido:

. buen pan en formato de lonchas de una barra pallesa

. aperitivo con 2 lonchas de fuet y dos de chorizo, ambos destacables.

Servicio rápido (la gente en espera aprieta), eficiente y de ambiente casero y amable. A precio de menú más que interesante pero los caracoles no estaban en el menú... y ahí no podía resistirme.