Habíamos pasado varias veces por delante de este restorán muy céntrico, y la última noche de nuestra estancia allí a un familiar le hizo ilusión cenar. Yo no las tenía todas conmigo pero vaya, dar gusto cuesta poco. Está decorado tipo tasca, con barriles de la Bodega Torres, algunos jamones, carteles españoles,...Al final del local se abre un comedor en un patio donde se estaba muy bien, a pesar de que había detalles decorativos fuera de lugar, como una estatua griega que no pegaba ni con cola.

Mesas de madera, mantel de papel con el menú en forma de platillos numeraos, un montón de ellos; el camarero viene y apunta el número del plato solicitado.

La verdad es que es una "Taberna de pintxos" como aparece en su tarjeta un tanto sui géneris, con interpretación libre de platos españoles, alguno bastante abracadabrante: el pan con tomate son rebanadas de pan con rodajas de tomate aparte y un pocillo lleno hasta rebosar de ajo picado. Las tostadas con atún y anchoas algo parecido, todo presentadeo por partes; las croquetas no estaban mal, las bravas flojetas y unas verduras con bechamel normalillas.

El postre surtido mejoraba, varios trozos de pasteles bastante buenos.

La carte de vinos es corta pero presenta sobre todo vinos españolas de varias DD.OO., en concreto pedimos uno de La Mancha que vino a la mesa bastante caliente. Copas sencillas.

Como curiosidad ofrecen vinos de postre: Rivesaltes, Oporto,...y a pesar de que habían barriles de Torres pero luego en la carta de vinos no había ninguno de esta bodega.

Como en todo Groningen camareros muy jóvenes, amables. Al marcharnos quisimos hablar con los cocineros para explicarles cómo hacíamos en España el pan con tomate, aceptaron el comentario con deportividad.

En fin, restorán de pinchos españoles traducidos a la holandesa con escasa fortuna.