Una sorpresa inesperada

Primer día de nuestras vacaciones en la bonita Costa Occidental de Cantabria. Llegamos el domingo por la tarde y ese día prácticamente casi todos los restaurantes cercanos a nuestro alojamiento estaban cerrados. El pueblo que nos quedaba mas cerca era Santillana del Mar (3,5 Km) donde casi todos los restaurantes estaban abiertos.  Asi que ni cortos ni perezosos, intentando sacarnos de encima los prejuicios sobre la restauración en Santillana e intentando no repetir en el restaurante en el que ya estuvimos en el 2012 (Casa Uzquiza) nos dirigimos, tras haber buscado el máximo de información en Internet, al restaurante Los Blasones, ubicado en pleno centro de Santillana y fundado en 1970, muy cerca del parking y a donde habíamos reservado previamente esa misma tarde. Aparece en la guía Repsol y tiene un plato en la guía Michelin.

El comedor es de corte muy clásico, rústico , con las mesas bien vestidas y bastante bien separadas las unas de las otras, dado el espacio del que disponen. Tienen también una terraza exterior. El servicio de sala es bueno y muy amable y está dirigido por Celestino, que fue quien se encargó de nosotros la mayor parte de la cena y que al mismo tiempo ejerce las funciones de sumiller. El servicio del vino es bueno, descorche, primera cata y servicio bastante esmerado. La carta de vinos se ciñe sobre todo a vinos mas bien clásicos.

La cocina, a la vista, está dirigida por Joâo. Cocina tradicional, tipo asador, con pescados salvajes del Cantábrico y buenas carnes maduradas en procedencia, en su mayor parte, de la zona de Reinosa. Tuve ocasión de hablar durante un buen momento con el chef al final de la cena cuya conversación resumiré al final de mi comentario.

Optamos por cenar a la carta y tras tomar un aperitivo que nos fue ofrecido por el restaurante y que desgraciadamente no recuerdo, paso a detallar la cena.

Entrantes

Filetes de anchoas de Santoña premium de Ana-Maria con pimientos plato que compartimos y que nos encantó. Estas anchoas han obtenido en el 2016 y el 2017 el galardón de mejores anchoas de Santoña otorgado por la cofradia de la anchoa de Cantabria. Muy buenas piezas. Nos gustaron mucho, tanto que cuando fuimos a Santoña nos trajimos un par de latas para casa.

Principales

Optamos por uno de los pescados del día,

Machote   que nos presentaron antes de emplatar, que era para tres personas y del que nos sirvieron dos raciones emplatadas   acompañado con unas deliciosas patatas. Muy bueno, en su perfecto punto de cocción.

De postres tomamos,

Tarta de queso Buena, aunque las hemos tomado mejores.

Tarta de higos o mas bien un flan de higos.  Muy bueno

El pan que acompaño la cena fue mediocre.

Para beber tomamos una botella grande de agua mineral con gas y una botella de vino blanco  Terras Gauda O Rosal DO Rias Baixas 2016, Bodegas Terras Gauda. Cepajes 70% Albariño, 18% Loureiro y 12 % Caiño. Vino joven, que me pareció bien estructurado, algo afrutado con poca acidez y buen final en boca que acompaño bien la cena.

Finalizamos con dos buenos cafés y unos chupitos, invitación de la casa.

La cuenta ascendió a 59 €/persona. Buena RCP. Muy buen producto de proximidad. Cocina clásica bien elaborada. El restaurante estuvo prácticamente vacío solo estábamos nosotros y otras dos mesas. Al acabar la cena estuve visitando la trastienda de la cocina y pude mantener una interesantísima conversación con el chef Joao sobre el "perjuicio" que suponía para el restaurante estar situado en un pueblo tan turístico como Santillana donde florecen restaurantes en cada esquina ofreciendo menús entre 12 y 15 € y en donde se forman colas interminables de turistas para encontrar una mesa. Tuvo la amabilidad de mostrarme la factura que había pagado por el machote que habíamos cenado y la verdad es que me dejo boquiabierto. Nosotros tomamos dos raciones y la mesa de al lado finalizó la otra ración que quedaba. El restaurante factura la ración a 25 €, es decir 75 € en total y el Chef pago el pescado a 69 € ....

Me mostró la carne madurada de Reinosa que tenia en la cámara así como otros pescados salvajes del día (lubinas) que no había vendido y que seguramente iba a llevarse a su casa. En breve, es muy difícil sobrevivir  en una ciudad como Santillana del Mar, ofreciendo buenos productos frescos de proximidad a precios ajustados, teniendo que luchar con restaurantes que desde luego no ofrecen el mismo producto pero si ofrecen precios muy bajos y aparentemente es lo que busca el cliente que visita esporádicamente esta ciudad. Les deseo que puedan tirar adelante, francamente y espero poder volver a visitarles en una próxima visita que hagamos a Cantabria para ver la evolución.