Es uno de los locales de moda en Tromsø, decorado de manera desenfadada con predominio de la madera; la filosofía del restorán queda bien reflejada en su cuidada página web.

Fuimos a cenar.

ïbamos 5 personas y nos instalaron en una mesa redonda, no es fácil encontrar mesas de esta forma y me gustan mucho personalmente. Madera de buena calidad, cubiertos correctos, no había mantel y las servilletas eran de papel.

El menú de comida y cena es diferente, algo más abundante en cuanto número de platos para elegir para cenar pero tampoco gran cosa, comparando con España claro. En concreto la carta de noche permitía elegir entre 2 entrantes -ballena curada o ceviche- 4 platos principales -halibut cocido, cerdo a la brasa, entrecot, ragú de marisco-y 3 postres -cheesecake, sorbete y tabla de quesos.

No nos atrevimos con la ballena y como sabéis no soy amigo de ceviches, por lo que fuimos directos a los segundos, eligiendo 1 de cada tipo y repitiendo uno de cerdo. Todos venían con guarnición bastante correcta. Nos gustaron los 4.

De postre probamos la tarta de queso -en nuestro país hubiéramos dicho que era una mouse- y el sorbete.

Al tomar la comanda te ponen un plato de pan con un bol de aceite de oliva, preciado manjar allí.

Carta de vinos con 4 espumosos, 7 blancos y 8 tintos, de procedencias varias-España, Francia e Italia. Escogimos un Côthes du Rhone que estaba bien por algo más de 50€ la botella. Nos lo enfriaron, dado que los tienen a temperatura ambiente de comedor. Copas muy mejorables. Buena cerveza Macks elaborada en el mismo Tromsø.

El servicio a cargo de una camarera muy joven, llena de buena voluntad pero con poca experiencia en el oficio todavía.

Pasamos una buena velada, el sitio es agradable y la comida rica.

Pagamos algo más de 60€ por cabeza, muy caro bajo nuestro prisma pero no tanto desde el suyo. No puntúo este aspecto.