Cumple su función

En pleno pico de afluencia de turistas y veraneantes, decidimos huir de la primera línea de costa para celebrar un encuentro con amigos bastante esperado. Probamos de reservar hasta en cuatro sitios diferentes, todos ellos distantes de ciudades come Dénia o Xàbia con idéntico resultado en todos ellos: completo. Es entonces cuando me viene a la cabeza la recomendación de un buen amigo y llamamos a este local de Pego. Tenemos suerte. Hay sitio y a la hora que queramos.

 

El local se sitúa en la planta baja del hotel Reig, un pequeño establecimiento modesto y familiar que ha querido complementar su oferta de alojamiento con el restaurante. Ofrecen tres menús: el menú ejecutivo (o menú del día) con una ensalada y un principal, un segundo menú con ensalada, tres entrantes a compartir y un segundo a elegir (el precio varía según el segundo que se elige) y un tercero que fue el que tomamos consistente en entrantes al centro (hasta seis) y un segundo que también se comparte cada dos comensales pero con una oferta mucho menor a la hora de elegir: carne o pescado.

 

- Salazones de la Marina: Atún, capellà (bacaladilla), pulpo seco, hueva… Se acompañó con un poco de escalibada y abundante AOVE. Correctos, los hay de mejores y de peores.

 

- Mimosas: Empanadillas triangulares fritas con relleno de cebolla caramelizada y envoltura de pasta filo o wonton. Resultonas.

 

- Croquetas de espinacas: No me gustaron. Carentes totalmente de bechamel. Les falta cremosidad y fluidez.

 

- Chipirones a la plancha: Frescos, ricos, perón con el tan recurrido majado de ajo y perejil (la picaeta). Se debería servir a parte.

 

- Gambeta a la plancha: Siempre es agradable tomar marisco sea cual sea su calibre (estas eran realmente pequeñas) si la calidad del mismo está garantizada.

 

- Costillas agridulces: Correctas al igual que prácticamente todos sus antecesores. Acertado el aliño de la carne.

 

- Solomillo de cerdo: Muy buen punto y ración más que apropiada (téngase en cuenta que se comparte entre dos comensales). Mención especial merecen las patatas fritas y el resto de verduras de la guarnición.

 

Tomamos un postre también compartido al centro de la mesa que ahora mismo no recuerdo. Se trata de una cocina que se aparte un pelín, tampoco en demasía, del tapeo o las raciones compartidas típicas de la zona pero sin buscar floritura alguna ni grandes complicaciones. Se come bien y se paga lo que corresponde. Esa fórmula debe funcionar.

 

La carta de vinos es ínfima y debería incluir algunas referencias más aunque se trate de vinos populares con salida (tampoco vamos a exigir cosas raras). Tomamos dos botellas de un curiosos “bala perdida”, una garnacha valenciana que ya había probado un par de ocasiones. Servicio muy amable y simpático, con ganas de agradar.

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