Després de l'experiència del passat estiu, havíem de tornar. I ho férem.

Amb el fred que feia al carrer, dintre el local s'estava calentó. Ens posaren a una taula que tenia una bombeta just al damunt, així que aquest cop no vam tenir problemes amb la il·luminació. Com que hi havia un parell de grups grans, les taules no estaven tan juntes i vam sopar força a gust.

El servei, poc i lent. A més, no dóna gaires garanties el fet que el cambrer sigui abstemi.

Com que el tema dels vins ja el coneixia, ni vaig mirar la carta. Vaig demanar un parell de cerveses que estaven esgotades i, després de demanar al cambrer quines cerveses tenien (a la carta recomanen preguntar per les novetats, però no diuen que el cambrer no té gens d'idea i, a més, és abstemi), per acabar finalment a la barra mirant quines cerveses hi havia. En fi...

El menjar, igual que a la primera visita, molt i molt bo. Repetírem alguns plats (pop amb cansalada, farcellets de botifarra) i tastàrem altres de nous, incloent unes postres que ens agradaren força.

Resumint: Solucionat el tema de la calor anant quan fa fred, amb una il·luminació suficient, obviant el tema de la beguda i el servei, i donat que el menjar el trobem molt bo, només anirem a l'hivern :-D

Situado en el casco antiguo de la ciudad. Prácticamente imposible aparcar por la zona, pero hay un párquing público a un par de minutos a pie.

Iluminación un tanto escasa para mi gusto. Ambiente ruidoso. Dispone de mesas altas y bajas. Servicio disperso e impersonal. Sin manteles. Servilletas de papel. Buen menaje. Carta no muy amplia pero interesante a priori. Carta de vinos de gama media-baja. Casi una docena de vinos por copas, anunciados en un cartel en uno de los extremos de la barra. Copas sencillas. Carta de cervezas artesanas, aunque no había ninguna de las dos que pedí. En la propia carta te invitan a preguntar por las novedades, pero la camarera que nos atendió no se las sabía, así que fui a la barra a ver qué cervezas tenían en ese momento.

Media hora de espera, con un calor sofocante, antes de que nos tomasen nota.

Cena a base de platos para compartir:

- Tartar de salmón con apio, manzana y piña (10,90€) - Demasiado apio para mi gusto. De la piña sólo noté la textura. Buen salmón.
- "Farcellets" de butifarra (6,80€) - Deliciosos.
- Coca de boquerones (8,30€) - Aparte de ser algo incómoda para comerla, estupenda.
- Pulpo con tocino (11,80€) - Espectacular.

Presentaciones cuidadas. Raciones correctas.

Para beber, un par de botellas de agua de 1 l. (2,50€/ud.) y un par de cervezas artesanas (3,50€/ud.), algo menos frías de lo que me hubiese gustado.

Lástima que el calor sofocante nos impidiese disfrutar más y continuar con la cena. Tuve que ir un par de veces al lavabo a secarme el sudor y refrescarme. Según internet, la temperatura exterior era de 29ºC, y parecía fresca en comparación con el interior del local. Antes de empezar a cenar pedí a uno de los camareros que nos cambiase a una mesa enfrente del ventilador, pero me dijo que estaba reservada. La camarera dijo a mi esposa, mientras yo estaba fuera tomando el fresco, que el aire acondicionado estaba al máximo pero que no daba abasto debido a la cantidad de gente... No coló y fuimos a tomarnos un helado a una terraza cercana.

Para repetir cuando haga más fresco... o arreglen el aire acondicionado.

La mala valoración del entorno se debe principalmente a la temperatura de la sala y, en menor medida, a la poca gracia del servicio.