Local de muchos años de presencia en la gastronomía cercana a Valencia y que en su momento se separó un familiar abriendo un local cercano con similar planteamineto.

Mantiene una fiel clientela con grupos familiares y bastante ruido de fondo; local lleno, con decoración que vagamente quiere recordar a una gruta. Se trata de un local con mesas y sillas de formato antiguo y aceptable comodidad, bastante juntas. Las copas mejorables al pedir un vino fuera del propio de la casa con resto de vajilla, cubiertos, copas, etc.. muy básicos; platos de loza blanca de oferta tipo todo a cien.

Carta de vinos corta que incluye 6 vinos tintos de Valencia, 9 de Rioja y algo similar de Ribera y un Bierzo que pedimos: Cepas Viejas, un clásico (18€). Algún espumoso y varios blancos.
Para beber previamente tres cervezas y un agua grande.

Salvo encargo de conejo a la brasa, la gente va a por su menú, como nosotros cuatro:

Entrantes al centro:
. ensalada variada incluyendo pimientos, encurtidos, berenjeas de Almagro, tomate aceptable, lechuga, cebolla, aceitunas, atún, huevo duro... Bastante cantidad servida en una bandeja y preparada desde tiempo antes aunque se note poco.
. plato de fiambre con un jamón casi sin curar, embochado básico y escaso, buen y también escaso queso manchego curado, mortadela más que correcta.
. pan en lonchas a la brasa: correcto.
. alioli que cumple, servido en pequeño mortero

Principal al centro:
. bandeja de chuletitas de cabrito lechal (1 kg): de pequeño tamaño, chuletas de costilla, bien braseadas, buen punto de sal. Cantidad buena.
A la entrada ya se veía las bandejas preparadas en parriollas para las brasas.
. bandeja de patatas fritas bien hechas y algun pimiento de Padrón como compañía decorativa.

Postre a elegir: nos fuimos a la parte casera:
. yogurt griego con frutos rojos: muy mejorable la presentación y correcto de sabor.
. tarta de 3 chocolates: cumple en lo básico.
. tiramisú: muy aparente en presentación que hace dudar de su origen casero; sabor correcto
. torrija y helado: sin duda torrijas de pan casero bien hecha y bola de helado para acompañar.

Unos cafés finales buenos, sin ningún detalle de la casa por cortesía aunque se veían botellas de orujo en la barra. ¿Olvido?. Por una vez no éramos los últimos en salir, sino que fuimos los primeros en entrar. ¡Aleluya!