Llegamos casi de rebote, ya que el sitio que buscábamos estaba cerrado el Lunes, no teníamos ninguna referencia, entramos porque lo vimos concurrido principalmente de gente local (o al menos eso nos parecía).

Situado en el centro histórico, es una calle paralela a la calle Mayor, con mesas fuera rodeando la fachada, que hace esquina.

Dentro en la planta baja, cómodo, ambiente rústico, piedra, paredes blancas, y el arco que da nombre al restaurante... la planta de arriba creo es mas clásica.

Carta y varios menús a varios precios, nosotros elegimos el menú del dia, 15€, primero, segundo y postre, sin café, y solo agua como bebida.

De primeros unos guisantes con pulpitos y unas alcachofas también en un guiso, pero que no recuerdo que llevaban, lo que si recuerdo es que ambos estaban realmente buenos, es increíble como unos guisantes y unas alcachofas pueden elevarse a esta categoría, con un caldito buenísimo diferentes en ambos platos, pero para agotar la barra de pan.

De segundos, unas galtas, cuatro trozos, buena ración, tiernas, bien hechas, gustosas, buena salsa, con patatas fritas caseras.
También un salmón a la papillote, con verduras, no fue mi plato, pero el comentario fue al punto y muy bueno.

Los postres, mejor levantarse e ir al mostrador donde estaban expuestos, tartas, torrijas, cremas.... todo casero, pedimos una tarta de chocolate y otra de zanahoria, bizcocho casero bien rellenos, ambos buenos.

Al margen del menú, pedimos una cerveza, café y te.

Estos platos perfectamente pueden formar parte de la carta a un precio mas elevado, tanto por la calidad de los mismos como por la cantidad de las raciones.
Vale muchísimo la pena.