Restaurante con clase y servicio atento. Razonable presentación, carta variada y amplia bodega, aunque todo ello a precios excesivos. Quizás la numerosa clientela turista y por lo tanto, no repetitiva en el lugar, hace que se hayan dormido bastante en sus antiguos laureles.
Pedimos de primero ostras y jamón iberico muy correctos. Después solomillo en su punto(justo de peso), paletilla de lechal (buena) y chuletón ( pequeño y quemado aunque se pidió al punto).
Los vinos interesantes pero de precio elevado.
Postres correctos.

Desgraciadamente este restaurante ya no es lo que era, pero sigue mereciendo una visita cada cierto tiempo (eso sí, con reserva para evitar colas y sorpresas).

L calidad vaja cada año. Antes tenia mucha fama pero si va asi bajará la clientela. Pero ahun lo considero un restaurante mítico de la ciudad.

Confirmo lo dicho por el anterior comentario. Va estupendo como restaurante de emergencia, si son las cuatro o las cinco de la tarde y quieres comer en Barcelona con ciertas garantías.

Solo hay un problema, y es que tienen la clientela tan segura que no les importa fallar en elementos como estos del vino que comentas, o en otros a mi juicio, aún peores.

Por ejemplo, es bastante habitual ver una cola de gente en la puerta, puestos en fila india por el guerdia de seguridad como si de una discoteca se tratase, sin un mal lugar de espera digno del sitio que dicen que és. Yo como norma, si veo eso, simplemente no entro y en paz. A la felicidad por el bocadillo .... :-(

Los pescados, los arroces y fideuas francamente bien. Recomendable si haces abstracción de los ’problemillas’.

Local fundado en 1.836, en el año 1942 paso a manos de los Parellada una de las dinastías por excelencia en la restauración catalana. Situado en los "Pòrtics d’en Xifré", edificio de interés arquitectónico nacional y muy cerca del barrio de La Barceloneta.
Presumen de guardar sus caldos en una bodega subterránea pero el servicio del vino y su carta dejan bastante que desear.
Cristalería de lo más normal que he visto, da igual el vino que elijas las copas no cambian, los precios de los vinos totalmente desproporcionados aumentando alrededor del 42% respecto a tienda, ni rastro de decantadores y self service. Carta escasa y mal estructurada, pocas D.O (están los de siempre)
Tomamos un blanco de la casa de bodegas Mont Marçal a 7€ que no estaba mal (macabeo, xarel.lo y parellada)
Los únicos olorosos, Tío Pepe y Laina y pegando fuerte a 2,50€ pregunte por La Guita y ni hablar.
Especialidad en arroces, muy bueno por cierto y excelente la fritura de pescado.
Servicio sin