Local ubicado en el acceso de la plaza Roja por el lado de la catedral y con aspecto de turístico incluso con "gancho" en la puerta para animar a entrar.
Enorme local con varios espacios, preparado incluso para grupos amplios, al estilo de las tabernas checas. Mesas de madera, sillas tipo castellanas.
Nuestro horario tardío y la época de visita, nos permite comer casi solos, lo que mejora mucho el pronóstico. La música tipo bacalao de discoteca no ayuda mucho.
El servicio muy lento, quizás porque ya no quedaban nadie, ni ellos.

Carta de vinos con vinos rusos y georgianos pero también algo de chilenos (bastante introducidos en la ciudad) y alguno francés y hasta unos desconocidos españoles de murviedro: Alma Mistica Muscat y Gran Astro Reserva.
También opciones de cervezas rusas en carta.
Optamos por cervezas zhinguli de alta espuma (como gaseosa) y bastante ligera.
Al final arriesgamos en vino: un tinto de Crimea de cabernet sauvignon que vendria a escribirse Kabephe y resultó menos malo de lo esperado.

Para comer puedes ver foto del plato en la carta con traducción al inglés de una descripción amplia que hay en ruso.
La cocina de platos propios de Rusia y sus zonas de influencia sobre todo Georgia. Pedimos varios platos casi a elegir con ellos sobre la mesa.
En general producto sencillo, de cocinado sencillo, con presencia de salsas en general, bien resueltas.
De entrada pedimos varias copas de caviar rojo que pareció más sucedáneo o huevas de pescado de poca calidad.
A destacar la parte de postres con varias tartas siendo muy notable la de Prague con buen choclate y trufa; muy curiosa la tarta de patata. El emplatado de las tartas muy bien presentado y decorado.

Ya casi entraban los de la cena, así que nos vamos.