En el mismo paseo, decoración y mobiliario clásicos, espacio y separación suficientes, buena vajilla, cristalería y servicio, cuidando los productos y elaboraciones "de la tierra".
Buena carta de vinos (tenían un diploma de algo así como "mejor carta" del año ¿2009?, precios muy aceptables -PVP x 1,7-) de blancos (especial atención en número, precio y variedad a alemanes y franceses) y espumosos (cava y champagne), los tintos no los miré por eso del menú pedido, aunque muy escasa oferta en rosados (dos vinos y un cava).
Dos medias entradas (almejas que estaban exquisitas y un muy buen xató), ensalada de escarola con romescu (floja por exceso de verdor en la hoja), un rancho de pescador con picada de almendra (buenísimo y de cuidada elaboración, lo mejor del menú) y un tartare de atún con ¿guacamole?(algo grandes de mas los trocitos pero de género fresco y bueno). No recuerdo si tomamos postre, pero si derveza, agua, cafés y una copa de malvasía de sitges. En el vino nos recomendaron y aceptamos un xarel-lo del Garraf que resultó demasiado plano y con algunos "verdores" y no gustó a mi acompañante, por lo que nos pedimos un campagne (Henri Abelée a unos 45 €) que si "dió la talla" en la comida.
Para volver. Gran detalle: después de haber pagado mi mujer me hizo ver que no nos cobraron el vino que habían retirado ya empezado.
(el precio lo indico sin vino)
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