Mientras esperamos al maitre pedimos una copa de cava y abren un Juve Camps Millesime del que nos sirven no una, sino varias copas mientras llega el chef-dueño-maitre a tomar nota.
Como dice el comentario anterior el dueño ejerce de maitre y te interroga, te dirige en la elaboración del menú a medida. La primera pregunta es si deseas picar algo al centro o cada uno su primero y su segundo. Elegimos esta última opción y cuando nos lanzamos a pedir el primero nos frena y dice (con toda la lógica del mundo) que hablemos de los segundos y elaboraremos los primeros para llegar ahí. La casa por los cimientos. Vamos allá:
De segundo un gallo de campo al vino con guarnición de arroz blanco meloso. Me sorprende pero está exquisito, el gallo tierno, el arroz sabroso.
Antes del gallo pasamos por unas croquetas de langostinos con algo parecido a salsa agridulce, interesante combinación...
...y antes de las croquetas unas alubias rojas de Tolosa con su guarnición de legumbre, tocino, embutido y guindilla verde para acompañar (todo por separado para mezclar al gusto). Tiernas y con contraste "fresco" de la guindilla...
...y antes de las alubias una sabrosísima yema de huevo sobre una teula de patata. Comer de un bocado, pues es lo que a todos nos gusta del huevo frito, es decir, mojar la yema...
...y antes del huevo un poco de foie con trufa negra (foie normal pero trufa abundante)...
...y antes del foie unos ahumados caseros (casi carpaccio, se pega al paladar y se traga. Son humo ligero).
...y antes de los ahumados un chip de boquerones.
Todo lo descrito cocinado con una gran calidad lo que da una idea del saber hacer y versatilidad de la cocina de Arce (y de lo bien que construye el tejado sobre los cimientos del plato principal).
Como pre-postre una selección de quesos, bien presentada pero sin explicación del orden a seguir y como postre un surtido de pasteles y dulces de la casa (quizás la repostería sea lo más flojo de la cocina de este restaurante).
La carta de vinos es muy amplia con vinos nacionales e internacionales y una buena selección de champagnes. Precios altos (no estratosféricos) y mi única duda es la conservación de los mismos pues en el acogedor ambiente del restaurante se ven muchas botellas fuera de las neveras. Nos dejamos aconsejar y nos proponen HABLA Nº2, vino extremeño fuerte, con cuerpo y con buen paso por boca. Tras dar a probar rellenan la copa con bastante asiduidad. Copas, cubiertos, manteles y demás menaje de buena calidad (sin pasarse).
Por último cafés y un Knockando, del que te dejan la botella para que te sirvas al gusto.
Podemos resumir la experiencia como cocina de producto y temporada donde si te dejas interrogar por el chef-maitre-dueño puedes comer realmente bien. Se recomienda venir con apetito.