Sencillo, bueno y barato. Es un restaurante que lleva muchísimo tiempo en Madrid y eso ya puede considerarse como una garantía por ese mismo motivo, quizá yo esperaba más. Pedimos cuatro platos, todos ellos buenos pero el mejor fue el último, en la plancha, una carne picantita y sabrosa. 

No puedo decir lo mismo del vino, que fue malo y la carta muy escasa o más bien inexistente. 

En resumen, la comida buena pero no extraordinaria. Barato y bueno. Normal.

En 1983 se abrió este restaurante coreano, desde entonces pocos cambios ha debido tener en sus medios y maneras, lo que hace de este local de Chamberí una vuelta a otros tiempos y a vajillas ya olvidadas, indudablemente uno de los encantos de este local es sin duda su imagen “trasnochada”.

En el centro de las mesas un agujero en donde poner un pequeño “camping gas” para, al más puro estilo coreano, preparar cada una de las propuestas.

Muy buenos todos los sabores, el picante hay que elegirlo con anterioridad, del pulpo con tallarines y la ternera con verduras (los camareros con las camisetas originales de cuando abrieron te ordenan del momento de la finalización del plato), fantástico el arroz (tres delicias) cubierto por huevo y salsa, buenas las empanadillas y muy recomendables unas gambas picantes.

Todo ello regado por un saco de Siglo (Rioja)…, que decir.

Sin duda alguna curioso, para repetir y volver, el precio de los ochenta sinceramente.