Una experiencia diferente

Quizá sorprenda lo que voy a decir, pero para mí lo mejor de este restaurante son sus camareros. Desde que uno pone un pie en este emporio de alta cocina el trato que recibe lo traslada a otro tiempo y otro 'estrato social' donde la educación y el respeto son habituales. Yo, particularmente, me siento un poco abrumado por este tipo de servicio. Me siento demasiado 'atendido'. Prefiero la afabilidad de ciertos bares de toda la vida. Me siento mas a gusto así. Pero vivir alguna vez la experiencia de cenar en un restaurante como el de Quique Dacosta vale la pena. Como digo, desde que entramos hasta que salimos el trato fue inmejorable, exquisito. Sobre todo el que nos dispensaron uno de los camareros (un joven francés) y el sumiller (un español -lo siento no se el nombre- que parecía una enciclopedia enológica). El chico francés tenía algo de psicólogo. Sabía captar de qué rollo iba cada mesa, y así atendía de una manera u otra, gastaba bromas o se contenía. Un profesional enorme.

Sentados en el cubo de cristal de la terraza nos sirvieron los entrantes, casi todos compuestos por hojas y plantas ligeramente tratadas, como el raïm de pastor encurtido, una planta que de niño comía durante mis peripecias campestres. De esta parte me quedo con el caracol relleno de huevas (esferificaciones de su propio caldo). Supongo que Dacosta ha querido acercar el universo vegetal local a quienes se sientan a su mesa.

Ya en el salón interior, más parecido a la ONU que otra cosa, nos traen los libros de vinos (dos tomos, dos). Uno de los tomos es para vinos tintos y el otro para vinos blancos y espumosos. Pedimos un champagne, Jerome Prévost, y le pedimos al sumiller que nos traiga alguna copa de vino para cualquier plato que considere más adecuado que el champagne. Y así lo hace, y ¡cómo! No fallará ni una sola vez. Atinará con nuestro gusto siempre. Quizá en el postre es donde menos atinado (digo lo de atinado por nuestro gusto particular porque el vino que trajo casaba perfectamente con el postre) esté.

Pedimos el menú de sus platos clásicos: Universo local. No me extenderé mucho para no repetir anteriores comentarios. Tan solo diré aquello que más me sorprendió:

- Bosque animado. Una ensalada crepuscular. Me trasladó al campo, al bosque. Es un plato conseguido que, creo, se inspira en una creación de Adrià, a su vez inspirado en una anterior de Guerard o Troisgros, no recuerdo bien. Cada cucharada es un mundo distinto, una ensalada diferente. Los sabores cambian en cada bocado.

- Guisantes. Este plato es de 2011. Me fascinó por su sencillez. Con unos simples guisantes se puede cocinar un planto sutil, delicado, que crea adicción. Soberbio.

- Suquet de algas. Elaborado con un caldo nuclear. Me transportó a mi casa, sentado a la mesa familiar, ante uno de los guisos que prepara mi madre. La diferencia es el toque innovador que Dacosta incorpora en cada plato (algas, almendras...).

- Arroz senia. Plato local al que Dacosta le ha dado la vuelta. Y digo eso porque me pareció entender que quiso concebir este plato como un homenaje al socarrat. No digo más.

- Salmonete. Para mí, este es el único plato fallido de toda la noche. Me sabe mal decirlo, pero el salmonete es un pescado que me encanta. Con un ligero toque de plancha, si es fresco, se convierte en un lujo. En este caso estaba hervido y cubierto con unos tirabeques que solapaban su, ya de por sí, poco sabor. Una lástima.

No me extiendo mas.
No indico el precio porque la cena fue un regalo de cumpleaños ;)
Hay que ir al menos una vez en la vida.

Recomendado por 2 usuarios
  1. #1

    oedi

    El plato al que me refiero en la descripción es el gargouillou de Michel Bras.

  2. #3

    Flinto

    Ese chico francés es el mejor jefe de sala de los que me he encontrado jamas, claro que estamos en un dos estrellas michelin y rozando la tercera, asi que estamos en Champions League, si no recuerdo mal viene de un restaurantes de los grandes franceses. En cualquier caso felicito a Quique por su fichaje.

    Coincido contigo en que el restaurante es como una maquinaria de precisión suiza. Los guisantes tambien fueron uno de los platos que mas me sorprendieron, desde luego es un templo que vale lo que cuesta, no podemos peregrinar lo que nos gustaría pero para todo aficionadoma la gastronomia y encima residente en la comunidad Valencia, debería darse el capricho y la experiencia al menos una vez.

    Salu2

  3. #4

    Craticuli

    Muy buen comentario, da ganas de ir nada mas al leerlo.
    Saludos y gracias.

  4. #5

    oedi

    en respuesta a Craticuli
    Ver mensaje de Craticuli

    Gracias a ti. Si alguna vez vas a este restaurante ya nos contaras.
    Flinto, ojalá hubiera más profesionales como ese chico francés, y no me refiero sólo a la hostelería...

  5. #6

    Flinto

    en respuesta a oedi
    Ver mensaje de oedi

    Rectifico el comentario anterior, Didier, que es el jefe de sala francés al que me refería viene del The Fat Ducke. es decir viene de un tres estrellas a un dos, aunque creo que ha olido que quique es un tres estrellas en potencia y en ascensión, este año, apostaría una comida que será su año,...

    Salu2

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