Se levanta el telón...

La verdad, podría escribir un comentario largo, describiendo cada uno de los más de veinte servicios, pero creo que sería aburrido, o al menos no creo que yo lo supiese hacer lo suficientemente entretenido para que aguantáiseis toda la parrafada.
Así que os sitúo: después de no haber ido en un tiempo, y tras la reapertura primaveral, fuimos tres personas a comer al renombrado Quique Dacosta, preguntándonos qué tal le habrían sentado los meses de reposo ("reposo" relativo, dada la frenética actividad con "Vuelve Carolina" y "Mercatbar"). La impresión, ya lo avanzo, no pudo ser mejor.
Nada más entrar, nos hacen sentarnos en la terraza (pelín incómodos los bancos si pasas de 1,90, pero nada que moleste en exceso) y nos dicen si queremos comentar el menú (dijimos que no, que íbamos a por el "Sale el Sol", lo que antes era el "Universo Local"), pero me parece una excelente idea para aquellos que visiten el local por primera vez, así como el menú a la carta en base a los "grandes éxitos”. Un acierto también el dar una pequeña carpeta con el menú, bloc de notas y lápiz.
Y allí empieza el festival, con pequeños bocados que mejoran el concepto tradicional (y algo devaluado últimamente) de los “petit-fours”. Todo servido en “platos” de lo más originales (madera, rocas, vasos altos). Después pasamos al interior (redecorado y con ciertos cambios, como que ahora no hay mantel), en el que los platos, muy numerosos -Dacosta parece empeñado en triturar el mito de “quedarse con hambre” en los restaurantes punteros- se iban sucediendo a un ritmo absolutamente impecable, con un servicio de sala que rozaba la perfección, y un servicio de vinos con un profesional excepcional al cargo (J. A. Navarrete), que da las explicaciones justas y necesarias, y que incluso se anticipaba a mis peticiones (algo que me sorprendió muy positivamente y sólo hace que remarcar la valía del sumiller).
De la comida: innovación en técnica, producto y presentación, sacando lo mejor de hortalizas del día a día (cogollos) y sorprendiendo con nuevas hojas, plantas y emulsiones. Un menú coherente, equilibrado, de cerrar varias veces los ojos, que sigue sorprendiendo a cada bocado. Sé que parezco el cronista oficial, pero afortunadamente la comida me hizo sentir así, y os lo cuento lo mejor que sé. Y como determinados platos los explican en el momento, prefiero no soltaros ningún “spoiler” por aquí.
Lo menos sorprendente, como en todas las visitas previas, fueron los postres; ello no quiere decir que no estuviesen a la altura, ni mucho menos, sólo que ante la abrumadora creatividad desplegada en la parte salada, la dulce, son sólo dos platos (aunque suficientes, ojo), queda un pequeño pasito por detrás.
Terminamos otra vez fuera, en la “pecera”, con café, gin-tonic y el caviar de chocolate. Nos fuimos casi a las 7, contentos una vez más de la experiencia de visitar Dénia e ir a comer al restaurante de Quique Dacosta. Se ha superado y sí, vale la pena.

  1. #1

    Penélope

    Lo importante es saber transmitir una experiencia y lo consigues con nota, redactas muy bien y eso ayuda, lo prefiero a otros comentarios que con todo lujo de detalles no consiguen llenarme de ganas por ir a un restaurante. Cuestión de gustos.

  2. #2

    Craticuli

    De acuerdo con Penelope en todo excepto en la extensión, dado el correcto comentario hecho de menos alguna alusión al menos a los platos que mas te gustaron, así que nada, enhorabuena por el comentario y si te animas...........
    Saludos.

  3. #3

    Ocumare

    Este año no me lo pierdo, ya estuve dos años atras pero ya he oido que esta temporada se sale,enhorabuena por el articulo.

  4. #4

    Locnar

    Gracias por los comentarios ;-)
    Sobre los platos que a día de hoy más recuerdo (que a fin de cuentas es lo que cuenta)
    - Qué fue primero? (y no lo comento para no fastidiar la sorpresa)
    - Rostit: buff, qué conseguido este "rostit". Aroma...
    - Gamba roja de Dénia: creía que era insuperable la presentación de menús pasados, pero me equivocaba. Increíble cómo se puede sacar todo el jugo y todos los matices a un mismo producto.
    - Chufas: para mí, el mejor plato. Bestial, te engaña y te seduce. Cacao, chufas y trufa, y mucha técnica.
    - Guisantes: los sigue haciendo igual de bien, aunque con una presentación distinta.
    - Ostra: cada ostra me ha gustado más que la del menú anterior. Esta no es una excepción.

    Y en realidad, todos podrían estar aquí: la remolacha, la cebolleta o el aguacate por dar una nueva lectura de un producto básico; los demás (arroz nori, tuétano, azahar...) por innovar y hacernos experimentar nuevas sensaciones gustativas...

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