La pareja del comentario anterior suponemos que eramos nosotros ;)
No comentamos plato por plato pues nos decantamos por el menú nuevas tradiciones cuya descripción puede leerse en el comentario anterior.
En nuestro caso, como uno de los comensales no tolera el foie, el cubalibre fue sustituido por el plato “Bruma”, hierbas escarchadas con aromas a tierra húmeda, de presencia espectacular por servirse con nitrógeno líquido y dando la apariencia del nombre del plato.
En cuanto a la bebida, comenzamos los aperitivos con una copa de champagne Brice Rosé, cremoso, con la burbuja bien equilibrada y recuerdos a cereza.
El vino elegido para acompañar el menú fue un Bürklin-Wolf Gaisböhl 2001 con aromas cítricos, balsámicos, hidrocarburos, hierbas aromáticas (tomillo, menta, albahaca)... impresionante y con apariencia de vino joven por sus tonalidades paja con reflejos verdes
Con el panettone, bebimos el moscatel soleado de Gutierrez Colosía, con unos aromas a naranja confitada y, lógicamente, con pasificados muy rico.
Los platos más destacables a nuestro juicio son la trufa blanca, el bosque animado y la gallina de los huevos de oro. El que menos nos gustó, la grasa de jamón Joselito al dente. También nos llamó la atención la afición a las texturas terrosas en el menú.
Las instalaciones son magníficas así como la amabilidad del servicio. El pero, los precios en los vinos y en los cafés.
Aun así, la experiencia es más que recomendable.
Bruma
La Gallina de los Huevos de Oro
El Bosque Animado
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