Expresión y buen producto.

Local algo frío y, sobre todo, con demasiado ruido teniendo en cuenta la gente del local y la distribución, sobre todo teniendo en cuenta que es un lugar donde se va a disfrutar de la comida, llegando a resultar molesto en nuestro caso el oir demasiado a las mesas de alrededor.
El servicio muy atento, acogedor y cercano, sobre todo muy agradable, haciéndote sentir muy agusto. El sumillier, si bien algo más estirado que el resto del personal, no nos pareció estirado, sino algo cercano, haciendo recomendaciones muy acertadas (quizá sóo nos molestó que, al hacer propuestas distintas a las suyas para recomendar, acababa llevándote al huerto pasando un poco de tus propuestas).
Dado que nunca habíamos estado tomamos el menú nuevas tradiciones, once platos muy bien presentados, muy curiosos en algunos casos (como el bosque animado, que sólo olerlo era como estar en la montaña, el huevo de la gallina de oro...), sorprendentes y exquisitos (como el cubalibre de foie) y de gran calidad (como la gamba de denia o la cigala de las rotas), destacando un arroz impresionante y muy sabroso.
Bebimos un Neige con el foie (una grata sorpresa y acompañamiento ideal, un tiara, un Coma Blanca y un Villa Corullón (todo propuestas del sumillier).
En definitiva un menú muy marítimo, equilibrado y nada pesado, acabando con dos postres ligeros muy buenos.
Finalmente fuimos a tomar café al cubículo que tiene en la terraza de entrada, muy agradable.

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