Ultima cena en la ciudad. Nos falló el restaurante, Palkin, más deseado (y caro) de la ciudad por no reservar, y no habia sitio.
Optamos por el plan B que se trata de un local elegante, con música en directo, muy rococo decorado a modo de la época de los zares, con luces azuladas que dificultan mucho la vision y las fotos pero que crean buen ambiente para la música.
Los sillones de sentarse a cenar estarían perfectos en cualquier palacio-museo.
Mesas superelegantes vestidas como si estuvieramos en la época zarina. Servicio muy profesional y formado aunque resultaba poco eficiente al igual que los tiempos de cocina. Ya se sabe que con pocos clientes, tan solo eramos dos mesas, nadie trabaja al ritmo adecuado.
Al fondo de las mesas hay una barra de coctelería y copas, que imagino será para un horario más tardío.
La carta física con entrantes frios y calientes, sopas, pescados y carnes; además y para conocer los platos, se presenta en un ipad y con las fotos de los mismos por lo que no puede haber sorpresas ni en las raciones ni composiiciones.
Los tres viajeros a cenar:
Aperitivo: un paté con buen pan (y cubertería).
Entrantes:
. 2 x kamchatka crab with salade of avocado and tomatoes: cangrejo real con ensalda de aguacate y tomates servido a modo d ensaladilla
Principales:
. rossini beef with the madeira sauce: una buena carne y una buena salsa. Recomendable.
. salmon with tomato salsa and tapenade: un bue salmón (del que se pidió punto de plancha ¿?). Buena ración y calidad de producto. Recomendable.
. steak veal tail with potato "Pushkin": una buena carne de ternera con patatas "Pushkin". No se preguntó el punto de la carne. Recomendable.
No hubo postres ya que el retarso de servicio nos hizo llegar sin hambre al segundo plato.
Todo ello académicamente presentado con guarniciones y salsa diferentes, emplatado clásico.
Para beber, cervezas locales de nombres irreconocibles, buenas y servidas en jarras. Agua sin gas.
El local es extraordinario y fuera de lo común. Otra cosa es que te llegue a gustar ese ambiente.