Un local céntrico, en zona de turismo, pero que conserva autenticidad en el ambiente con comida casera italiana y un buen precio. Es una buena opción para no salirse del centro y luego seguir con el duro oficio del turista (sudar, dolor de pies, sed, perderse con el plano, monumentos cerrados ...).

Hay carta de vinos que nos pareció muy corta para ser una enoteca. Tomamos Pecorino blanco 2015 de Terre di Chieti por recomendación de la chica que nos atendió en la sala y de buen resultado. Copas muy mejorables, buena temperatura de servicio, probar y autoconsumo.
Al salir y dando la vuelta por detrás del local, lo hicimos por la verdadera enoteca donde se vende vino al público y tienen muchas opciones de copas y botelas interesantes que, por desgracia, no se nos ofreció. Lástima porque esas sí merecen la pena incluso como souvenirs para la maleta.

Lo de siempre: el pan, agua de litro con gas, como no, de San Pellegrino (hay que ver lo que vende esta marca de agua con gas) y otra de sin gas de San Benedetto (¿todas las aguas son santificadas?).

Una carta de menú del día, separada en primeros a precio fijo 9€, caprese a 10€, princiaples a 13€ y postres dulces a 5€, teniendo diferentes opciones en cada grupo y cada uno, según hambre, confecciona su comanda.
Para comer:
. ensalada de pasta fresca con mozarella y tomates
. melanzane al parmigiano: berenjena con queso y salsa de tomate
. scamorza ai ferri: con verduras a la plancha y rellenas de queso y vegetales
. penne a la Norma: con berenjenas, salsa de tomate, requesón
. abbachio al forno: cordero al horno con patatas (especialidad de la casa): la pieza no era lo mejor (mucho hueso), aunque sí estaba rico.
El emplatado de cada servicio, muy de casa antigua de comidas.

Postres a compartir, ambos de buen resultado en fase gustativa y regular en visual:
. pannacotta: presentación mejorable, bien de sabor.
. torta de ricotta e pere. Recomendable

La comida muy de casa de la mamma. Los clientes muchos romanos pero también turistas de dia completo (comer rápido, guia El Pais y mapa del hotel en la mano, cámara de fotos al cuello), por cierto muchos españoles por allí en estas fechas.

Al final solo un café, bueno, eso sí.
Rematado con un helado para coger frigorías para combatir el calor.